Tuesday, 8th July 2014

Apocalípticos integrados

Publicado el 15. mar, 2011 por en Editorial

 

«Mucho ojo...» , © Jesús Beltrán, 2011

 

Es curioso que, con tan sólo ocho meses de existencia y dos números publicados, Cuadrivio cuente ya con un historial de acusaciones. Por aquí y por allá nos dicen que la revista peca de elitista, que su esnobismo desalienta a potenciales colaboradores, que su seriedad asfixia. Por desgracia, queridos lectores, nadie en Cuadrivio sabe defenderse. No podríamos poner la otra mejilla porque un puñetazo bastaría para derribarnos; no podríamos subir al estrado y envolvernos en una acalorada discusión con nuestros críticos porque, como buenos discípulos de Buda, sólo hemos aprendido a sostener una flor en silencio.

Pero no teman: tampoco romperemos sus corazones. Cuadrivio tiene, a manera de alegato, una pequeña anécdota.

Hace mucho tiempo, antes de que publicáramos nuestro primer número, en una charla animada por una buena ración de cerveza y gorditas de chicharrón, Joaquín Guillén y Camila Paz Paredes propusieron la edición de un «número pop». ¿Qué querían decir con «pop»? No hubo (ni hay) una definición, pero todos entendimos la propuesta: dedicar un dossier de la entonces hipotética revista a todos aquellos temas condenados por los adalides de la «alta cultura». En otras palabras, abrir las puertas de Cuadrivio a la «vulgaridad»: Batman, Madonna, Lady Gaga, Star Wars, Mario Bros, Dragon Ball, Buba, la selección mexicana, los tacos de tripa con suadero…

El resultado de aquella charla es lo que ahora resplandece en tu pantalla. La «cultura de masas» (o «cultura pop» o «anticultura», como gusten llamarle) es un fenómeno tan consustancial a nuestra época que no podemos despreciarlo tajantemente ni soslayarlo con una mueca de asco. Por eso este número, que es tan arriesgado como potencialmente polémico: es posible que con él suavicemos la ira de nuestros críticos y que nos hagamos de nuevos lectores, pero, también, que decepcionemos a quienes creyeron –por lo demás, erróneamente– que seríamos los estandartes del refinamiento y la sofisticación.

Advertimos, eso sí, que tampoco abrazamos con entusiasmo todo lo «culturalmente pop». Dedicar cuatro meses de nuestra vida a hurgar por todos lados en busca de gente que escribiera sobre videojuegos y películas de ciencia ficción obedece más a cierta resignación que a un gusto genuino por la cultura de masas. De ahí el título que encabeza esta edición, Apocalípticos integrados, una clara alusión al célebre libro de Umberto Eco y al ensayo de Armando Bartra que incluimos en el dossier, pero, principalmente, un guiño al mundo entero: he aquí un grupo de jóvenes adictos a la lectura de escritores clásicos e inextricables tratados filosóficos, temerosos de la barbarie a la que conducen las telenovelas y los talk shows, pero dispuestos a paladear, sin el menor remordimiento, un capítulo de Evangelion, una partida de Street Fighter o una peli de Christopher Nolan.

La oferta de Apocalípticos integrados es variada. En nuestro dossier, Noemí Novell y Armando Bartra comparten dos magníficos ensayos sobre el enmascarado de plata; Charles Coletta y George Lipsitz, uno desde Hollywood y el otro desde los ojos de los marginados, reivindican la cultura popular como un objeto digno de estudio; Tom Bisell nos conduce a los abismos de la adicción a los videojuegos; Eduardo Huchín devela las fuentes literarias de Los Simpson; Luis Reséndiz esboza un manifiesto de las generaciones que han crecido al abrigo de la cultura pop; Kim Navarro explora los nuevos horizontes del cómic en el mundo de la fibra óptica y Frik Proaño y Camila Paz Paredes vuelven al pasado para conversar con el presente de la historieta mexicana a partir de una de sus publicaciones legendarias: Gallito Comics.

Superhéroes, marcianos, monstruos y moneros también se dan cita en esta edición. En Ciencias, Gabriela Ramírez y Daniel Ochoa enfrentan a Spider-man y compañía con la no menos poderosa ciencia; Antígona Segura nos orienta en nuestra búsqueda de extraterrestres y Blanca Vargas hinca el bisturí sobre los sensores que nutren a la inteligencia artificial; en Artes, Patricio Betteo, Ken Niimura y Linhart deleitan la pupila con una muestra de su impecable técnica monera.

No menos destacados son el sonetario de E.E. Cummings (en versión de Ana Laura Magis Weinberg y bellamente ilustrado por Carolina Magis Weinberg); la conferencia, entre apocalíptica e integrada, de Óscar de la Borbolla; el pulcrísimo cuento de Antonio Ortuño, la entrevista con Juan José Rodríguez y la segunda entrega de El clóset para la ginebra, de Leslie Jamison, entre muchas otras viandas preparadas para este festín primaveral.

Nos hubiera gustado agotar el amplio mundo de la cultura de masas, pero nuestros esfuerzos apenas alcanzaron para vislumbrarlo. A manera de compensación, el blog de Cuadrivio alojará, a lo largo de cuatro meses, una serie de artículos relacionados con el dossier y un mosaico en el que, nuevamente, los lectores podrán participar recomendándonos sus películas y series de anime preferidas.

Ahora, si nos lo permiten, guardaremos silencio, no sin antes señalar que, como la cosplayer que abandera este número, a veces hace falta abrir mucho los ojos para que nuestra realidad y nuestra época no nos rebasen. Abrirlos, sí, pese a nosotros mismos.

 

—RAMSÉS  LV

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