Cuando los monstruos se liberaron al bailar en la oscuridad

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Lady Gaga es, sin lugar a dudas, uno de los íconos de nuestro tiempo. Con su irreverente mezcla de extravagancia, ritmo y aparente fealdad, Gaga ha revolucionado la industria de la música pop. En este reportaje, Katia Rodríguez relata la visita de la madre monstruo a México.

 

Katia Rodríguez

 

La palabra monstruo tiene muchas acepciones. La mayoría se refiere a algo irregular en la naturaleza o que implica fealdad. En la industria de la música pop se busca todo lo contrario en los productos que van a venderse: una voz aceptable, belleza física y sensualidad pero sin caer en lo vulgar; si se sabe tocar un instrumento, se agradece, pero no es un requisito.

Aunque estas características aplicadas a productos musicales empezaron a ser aceptadas desde 1950 –época en la que comenzó a forjarse el concepto de música pop como un conglomerado de canciones o artistas del gusto popular–, fue hasta los noventa que se volvieron una regla al parecer inquebrantable.

Sin embargo, el pop siempre ha tenido un punto de renovación. Criticada por su originalidad, por sus vestuarios extravagantes –que incluso pueden llegar a ser comestibles–, Stefani Germanotta no sólo involucra fealdad (lograda por medio de prótesis). Ella ha logrado rescatar el otro significado de monstruo: «persona que en cualquier actividad excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes» (Real Academia Española).

 

Mexico and I

Diciembre de 2008. Con un vestido gris metálico adornado con figuras geométricas doradas, salía una chica de pelo rubio alaciado a cantar a la Arena Monterrey. «Yo soy Lady Gaga and I’m from New York», expresaba en aquel momento la cantante pop.

Acompañada de cuatro bailarines, Lady Gaga abría como telonera del grupo New Kids on the Block. Fue una presentación muy sobria donde relucían su voz y su baile; como accesorio sólo utilizó una vara luminosa, que después se conocería como el disco stick.

Entre abucheos del público, la neoyorquina promocionaba el álbum que había sacado en octubre de ese año. Pocos fueron los fanáticos que quisieron conocer a la artista al finalizar su show. La misma escena se repitió cuando tuvo la oportunidad de cantar ante 15 mil espectadores en el Auditorio Nacional.

Tres años después, con apenas dos giras, un disco y un EP, Lady Gaga logró que se agotaran –seis meses antes– los boletos para sus presentaciones en Guadalajara y la Ciudad de México. «Lamento que me haya tomado tanto tiempo en venir a México, pero gracias por estar aquí y por comprar un boleto para ver mi show», decía Gaga a manera de disculpa durante su segundo concierto en el Foro Sol.

La expectativa fue más allá de la nación mexicana. Sin importar que fueran jóvenes de Estados Unidos o Nueva Zelanda, en otros países se realizaron concursos para poder asistir a los últimos conciertos, antes de que The Monster Ball Tour bajara el telón para siempre.

 

Just put your paws up / ’cause you were born this way, baby

Aunque la primera cita en el Foro Sol era el jueves cinco, desde una semana antes los aficionados de los diversos clubes de Lady Gaga se plantaron con tiendas de campaña. De distintos estados de la república, no les importó faltar a clases o salirse de sus casas; debían ser los primeros en correr cuando se permitiera el acceso para conseguir el lugar más cercano al escenario.

Días previos al concierto hubo un intento fallido del club oficial de apartar, con anticipación, los lugares de la fila sin necesidad de formarse previamente. Sin embargo, ante las quejas de los fanáticos de Guadalajara y de los que querían comprar boletos para la segunda fecha en la Ciudad de México, tuvieron que retirar la oferta.

Sin importar que se cumpliera la amenaza de lluvia –como ocurrió en Guadalajara–, la pasarela de la extravagancia comenzó desde las tres de la tarde. Los más simples iban con una playera de Lady Gaga que hacía juego con lentes de ochenta pesos en forma de corazón, senos o estrellas.

Los más sofisticados trataron de emular el look que usa su mother monster en los videos con vestuarios hechos a mano. Desde lentes adornados con cigarrillos y cabello entubado con latas de refresco, similares a los que Gaga luce en la cárcel del video de Telephone, y hombres de zapatos de tacón y media de red, tal como el vocalista de Semi Precious Weapons –teloneros del concierto–, hasta mujeres vestidas de traje negro, peluca larga color rosa y la cara pintada de calavera, como en el video Born This Way.

Tal como predica en sus canciones, no importó la condición social, económica o preferencia sexual. Punks, emos, fresas, oficinistas, familias, parejas y grupos de amigos fueron llenando poco a poco el recinto hasta llegar a los 55 mil espectadores.

Después de que Semi Precious Weapons prendiera el ambiente con su glam rock lleno de movimientos y consignas provocativas, los que se encargaron de mantener el ánimo fueron los fanáticos de hueso colorado, ya sea pidiendo a sus acompañantes que gritaran por Gaga, hicieran olas gigantes o modificaran las canciones de Michael Jackson, que sirvieron de fondo musical hasta que las luces se apagaron con media hora de retraso a las 21:30 horas.

In the dark, she loves to dance in the dark

Los gritos acompañaron los primeros beats que resonaron en el Foro Sol. Un video proyectaba una cuenta regresiva en la que Gaga, vestida con un leotardo negro con hombreras puntiagudas, se movía lentamente. Tres, dos, uno, cero: la espera había terminado.

Una luz violeta proyectó la silueta de la madre monstruo en una cortina blanca. Emulando algunos movimientos que recordaban a Michael Jackson, empezó a entonar las primeras notas de Dance in the Dark.

Hasta la mitad de la canción, la cortina se levantó dejando ver lo que la neoyorquina concibió como el primer evento de una ópera electro-pop dividida en cuatro actos. En medio de una recreación de un barrio, entre letreros de neón con mensajes como «Licor», «Hotel» y «Sexy Ugly», comenzó la travesía.

Durante dos horas Gaga, junto con sus amigos, llevó a los pequeños monstruos por el metro de Nueva York, para después perderse por el bosque oscuro y terminar en el Monster Ball, un recinto que la madre monstruo creó para que sus aficionados fueran libres.

Entre una conjunción de teatralidad, diálogos íntimos con la audiencia, los efectos de pirotecnia, un carro que se convertía en piano, más de diez cambios de vestuario, la muerte de Gaga bañada en sangre artificial y criaturas que se movían en el escenario, los asistentes vieron mucho más que un simple recital.

A México llegó un Monster Ball que había sufrido ya varias mutaciones. La primera ocurrió entre 2009 y mediados de 2010, cuando la artista consideró que el espectáculo debía ser renovado completamente porque lo había armado con poco tiempo –casi al término de su primera gira.

El espectáculo entonces adquirió forma, una historia, se volvió más excéntrico. Incorporó canciones de su EP The Fame Monster con éxitos como Bad Romance, Alejandro y Telephone. Sin embargo, conforme se acercó el lanzamiento de su segundo disco, otra vez volvió a cambiar.

Baladas como Speechless o la canción So Happy I Could Die (hilo conductor entre el pasaje del bosque oscuro y el Monster Ball, que hizo falta en México para entender mejor la historia) fueron remplazadas por nuevas canciones: Yoü and I y Born This Way.

Pero al igual que los peinados y el vestuario de Gaga, todo volvió a renovarse en México. Acompañada con la guitarra de Fernando Garibay –coproductor del nuevo material discográfico–, estrenó la versión acústica de Americano, inspirada en la Ley Arizona. Minutos después del estreno del video Judas, una declaración de amor a un personaje odiado por la historia, incorporó la canción al repertorio para cerrar con broche de oro.

Tal vez éste no sea el primer concierto que mezcle la teatralidad con la música y la interacción con el público. Ejemplo de ello son los conciertos que ofrecen artistas japonesas como Ayumi Hamasaki, Namie Amuro o Koda Kumi, quienes también cuentan historias apoyadas por deslumbrantes vestuarios, coreografías, escenarios y videos grabados para los conciertos.

Sin embargo, lo que hace diferente a Lady Gaga de las divas orientales o de competencias directas como Britney Spears o Madonna es el mensaje hacia sus aficionados y su virtuosismo.

La fórmula del éxito de esta artista es lograr que la audiencia se identifique con ella. Durante el espectáculo se creó un espacio de complicidad, donde los little monsters pudieron mostrar su identidad y ser aceptados como son. «Si te dicen que no vales la pena, coméntales que Lady Gaga cree en ti, eso es lo que se necesita para que alguien pueda cambiar tu mundo», gritaba la cantante durante su concierto.

Improvisando con el acompañamiento del piano y del keytar (una combinación de teclado y sintetizador en forma de guitarra), Gaga pudo demostrar que va más allá del simple espectáculo, que solamente utiliza los vestuarios y la teatralidad para hacer más visibles sus canciones. En la sección de baladas lució su potencia vocal. Como ella declaró, nunca la van a oír cantar en playback durante sus presentaciones en vivo.

Aunque un día después de su último concierto en México se estrenó mundialmente la grabación realizada del Monster Ball Tour en el Madison Square Garden, a ésta le faltó algo que en México sí hubo: la euforia y la entrega completa de sus fans. Posiblemente grabaron el concierto equivocado. Ante el anuncio de que a finales del 2011, Lady Gaga podría comenzar su nueva gira, los little monsters tienen algo nuevo en qué soñar.

 

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Katia Rodríguez Rodríguez (Ciudad de México, 1989) es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y locutora de radio por internet. Durante un tiempo estudió música y se aventuró por el mundo de las artes pictóricas y escénicas. Es miembro del consejo editorial de Cuadrivio.

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Cuadrivio, revista de literatura, política, ciencias y artes.

1 comentario

  1. Jair Betancourt

    agosto 5, 2011 at 7:42 pm

    Antes que nada felicidades por este artículo publicado ene sta revista! Será el primero de muchos mas y cada vez mas deslumbrantes

    Estoy de acuerdo con todo lo expresado, ya que la “monstruosidad” es algo necesario para impactar al público mundial y tenemos varios ejemplos, las coorporaciones “monstruo” son las que abarcan todo, asi igual en el mundo del espectáculo

    Un abrazo y felicidades de nuevo!

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