Friday, 6th September 2013

La normalización de Twitter

Publicado el 21. abr, 2013 por en Dossier

La práctica periodística en un espacio de comunicación emergente

ekp-mcauley-0801-2El interés de la academia por cualquier tema derivado de las eras cibernética y digital, y todas las nuevas posibilidades de expresión que de éstas se derivan, afirma un hecho: las redes sociales, blogs, microblogs, weblogs, etc., no son una simple banalidad cotidiana: la comunicación del ser humano se encuentra en uno de los hitos de su historia. A través de la mirada de tres académicos estadounidenses, este ensayo analiza y reflexiona la práctica periodística en el espacio de comunicación emergente que ofrecen estos nuevos espacios para la expresión (con especial atención al caso de Twitter). ¿Qué cambia y qué se mantiene como constante inmodificable de la labor de prensa?

 

 

Dominic L. Lasorsa, Seth C. Lewis y Avery E. Holton

 

Introducción

La introducción de nuevas tecnologías de comunicación plantea, inevitablemente, preguntas sobre qué tanto cambiarán los medios existentes (Lievrouw, 2002). Esto es particularmente verdadero en el caso del periodismo y los medios de comunicación (Deuze y Marjoribanks, 2009). A lo largo del siglo pasado, las innovaciones digitales, de audio y video, no redefinieron por sí mismas lo que significaba ser periodista, en el sentido profesional de la palabra, pero contribuyeron a que los periodistas adquirieran nuevas perspectivas sobre su trabajo y la manera en que lo llevaban a cabo, por medio de un proceso de adaptación que fue mutuamente construido por limitaciones y consideraciones socioculturales y tecnológicas (por ejemplo, cfr. Boczkowski, 2004a 2004b). Una pregunta necesaria es cuál es el alcance que ha tenido la digitalización de medios ‒porque ofrece recursos con potencial tecnológico de transformación, como el hipertexto, multimedia y la interactividad (Steensen, 2010)‒ en lo que se refiere al modo en que ha afectado las prácticas y normas periodísticas (por ejemplo, cfr. Deuze, 2003, 2005; Lewis et al., 2010; Phillips et al., 2009).

En un estudio fundacional en esta línea de investigación, Jane Singer (2005) examinó la forma en que los blogs fueron adoptados por periodistas políticos afiliados a medios de comunicación convencionales. Concluyó que los periodistas terminaban por «normalizar» sus blogs para dar cabida a viejas prácticas y reglas. Incluso en este formato altamente participativo, ella menciona, la mayoría de los periodistas buscaban mantenerse como guardianes de algo. Expresaban opiniones de manera frecuente ‒característica de los blogs‒ y también hacían uso de hipervínculos ‒otra característica de ellos‒, pero casi siempre enlazaban sus blogs con la empresa para la que trabajaban y otros medios de comunicación masiva convencionales. Por tanto, incluso aunque experimentaran con una forma participativa de comunicación, los periodistas tendían a anclarse a sus funciones tradicionales.

Aunque bloguear se ha convertido en algo relativamente común en medios y vida pública (Domingo y Heinonen, 2008; Rettberg, 2008; Rosenburg, 2009), una nueva variante ‒el microblogging‒ ha emergido en Twitter. Este servicio de social media presenta destellos de información, cortos e instantáneos, que se comparten con los seguidores de uno en un sistema de distribución viral. Twitter ha obtenido fama de ser un medio en el que se pueden diseminar actualizaciones, tanto de periodistas como de amateurs, durante eventos importantes como las elecciones presidenciales de 2008 en Estados Unidos (Huberman et al., 2009), el choque de un avión de US Airways en el río Hudson (Kawk et al., 2010), las elecciones en Irán de 2009 (Grossman, 2009), y la revolución egipcia de 2011 (Crovitz, 2011). De hecho, cada vez más periodistas ven en Twitter una herramienta para involucrarse con sus fuentes y audiencias, dar seguimiento a tendencias y promover su propio trabajo (Ahmad, 2010; Farhi, 2009; Hermida, 2010a).

Hermida (2010a, 2010b) argumentó que, a la luz de Twitter, académicos y profesionales deben reconsiderar la relación entre periodistas y audiencia (Braun y Gillespie, 2011), y que el periodismo en sí se ha convertido en «ambiente» ‒un esfuerzo colectivo que envuelve a la audiencia y a los periodistas, ubicuo y a veces fragmentado. Burns (2010, p. 7) extendió la definición de Hermida de periodismo ambiental, describiéndolo como «un marco analítico emergente para periodistas» que empuja tanto a periodistas profesionales como a periodistas ciudadanos «a observar y evaluar su contexto inmediato», prestando particular atención a la «información novedosa». Burns y Hermida sugieren que los académicos deben hacer más para entender cómo es que periodismo y periodistas están siendo afectados por nuevas modalidades digitales como Twitter.

Por tanto, la pregunta se torna clara: ¿Cómo es que los periodistas usan el microblogging? ¿Qué contenido comparten en Twitter y con qué frecuencia? ¿Qué patrones y elementos distintivos emergen ‒y qué pueden sugerir éstos sobre los cambios en las convenciones periodísticas?

El presente estudio se acerca a dichas preguntas. Basándose en un marco conceptual de constructos normativos profesionales formado alrededor de los requisitos para una democracia, este estudio toma como punto de partida la hipótesis de Singer sobre la normalización de los blogs, considerándola en el contexto de un medio diferente, pero relacionado. Analizamos el contenido de tuits, o publicaciones discretas, de periodistas que fueron identificados como los más populares (en cuanto a número de seguidores) en Twitter. El objetivo es determinar el alcance del microblogging en los cambios a normas y prácticas periodísticas.

 

Contexto teórico

Como este estudio trabaja sobre lo hecho por Singer, este establecimiento de la cuestión comienza con una breve reflexión sobre su estudio fundacional y su vínculo con la hipótesis de «normalización» de política, comunicación y periodismo. Esto es seguido por una explicación de Twitter como medio social y el aumento de su uso entre periodistas. Finalmente, esta sección concluye con un regreso para examinar las reglas periodísticas que están siendo desafiadas por la práctica del microblogging.

 

Normalizar los new media

La premisa del estudio de Singer de 20 blogs periodísticos durante el ciclo de elecciones estadounidenses de 2004 era explorar un problema que había emergido para el periodismo. El formato del blog, por su naturaleza participativa, ofrece a los periodistas una oportunidad para rendir cuentas y ser más transparentes (un objetivo normativo de la profesión) ‒y, sin embargo, al mismo tiempo, la naturaleza sesgada y a veces desfachatada del blogueo desafiaba la protección supuestamente objetiva de la información que es central para la identidad y el propósito del periodismo (Carlson, 2007; Lowrey y Mackay, 2008; Robinson, 2006; Singer, 2007).

Este desafío para el periodismo se presentaba en contraste a la «normalización» de medios digitales en política y comunicación. Como Singer lo describe, y como otros académicos lo han notado desde entonces (Hindman, 2009), la expansión de la Internet a lo largo de las últimas dos décadas, desde el territorio pequeño de los tecnólogos hasta los billones de usuarios conectados por las redes hoy en día, siempre ha sido recibida con grandes esperanzas de que revitalice y expanda el discurso democrático y la acción política (para tener una idea sobre este fenómeno, cfr. Dahlgren, 2005). Esta esperada «democracia digital» aplanaría nuestras jerarquías, eliminaría las barreras hacia lo público y promovería la transparencia y rendición de cuentas. Por supuesto, dicha euforia sobre los cambios radicales es un lugar común para las innovaciones en comunicación (Steensen, 2010), motivado por los impulsos de ver las posibles transformaciones a través de la lente de un determinismo tecnológico (Boczkowski, 2004a, 2004b).

Por el contrario, la historia real de la comunicación en términos políticos durante la primera década en línea fue una de normalización (Margolis y Resnick, 2000), en la que la Internet se convirtió en un lugar nuevo para actividades antiguas, tal como lo son las funciones de campañas tradicionales como movilizar simpatizantes y obtener donativos. Asimismo, la Internet era un espacio nuevo dominado por actores políticos y élites ya existentes. Era política tradicional. De tal manera, había evidencia que mostraba que el papel político de los periodistas había cambiado muy poco durante esa primera década en línea (Singer, 2005). De hecho, esto era cierto para la mayoría del periodismo en línea. Al comienzo del siglo XXI, los esfuerzos digitales de los medios convencionales se llevaban a cabo siguiendo el modelo de publicación unilateral: «nosotros escribimos, ustedes nos leen» (Deuze, 2003), con poca adopción o adaptación de los nuevos medios de comunicación multivías en línea (para una perspectiva histórica de este periodo, cfr. Steensen, 2010).

Esta narrativa de normalización fue tanto relatada como analizada en el escrutinio de Singer sobre los periodistas políticos que hicieron uso del formato del blog en las páginas de los medios tradicionales a los que pertenecen. Ella encontró que los blogs periodísticos terminaron por ser institucionalizados, extendiendo a ellos las reglas y prácticas periodísticas tradicionales. Los periodistas tendían a ejercer control sobre la información, incluso en el uso de sus links, y aunque los textos de opinión eran lo que prevalecía, aparecían de manera más frecuente en los blogs llevados por columnistas, que hacían lo mismo en los formatos offline. En otras palabras, los periodistas, fueron «racionalizando» la forma del blogging como una expansión tecnológica de sus prácticas, en vez de dejar que se modificara la manera en que se producían las noticias.

En los cinco años que han pasado desde que Singer publicara su estudio, sin embargo, han cambiado mucho los medios digitales y la cultura alrededor de ellos, particularmente con el crecimiento de los sitios de Web 2.0 que facilitan el contenido y flujo de información generado y controlado por usuarios (Bruns, 2008; Harrison y Barthel, 2009; Jenkins, 2006). Esto genera nuevas preguntas sobre el punto hasta el que los periodistas «normalizan» los nuevos medios para adaptar rutinas ya existentes. Es en este contexto que este estudio analiza cómo los periodistas usan un medio tan novedoso como Twitter.

 

Twitter y el periodismo

Presentado en 2006 como un sistema para enviar mensajes cortos y concebido como una aplicación para teléfonos celulares, Twitter ha crecido para convertirse en una red gigantesca de noticias e información utilizada a través de múltiples plataformas por millones de personas en el mundo (Morris, 2009). Twitter es un sitio gratuito de social networking que permite a los usuarios publicar mensajes de microblog conocidos como «tuits», siempre y cuando no pasen de 140 caracteres. Los mensajes son desplegados en el sitio personal del usuario y enviados a sus «seguidores», otros usuarios que han optado por recibir esos mensajes. Los usuarios tienen la capacidad de enviar esos mensajes a otros usuarios (@usuario), «retuitear» (reenviar) mensajes originalmente publicados por otros, y de seguir o comentar las tendencias del momento (#trendingtopics, por ejemplo). Los usuarios de Twitter también pueden ser incorporados a listas, o pueden discutir mediante el uso de distintos medios: textos, hipervínculos e incluso imágenes (Williams, 2009).

Twitter es uno de los sitios de social networking de mayor crecimiento en cuestión de audiencia, sumando más de 190 millones de usuarios que publican 65 millones de tuits al día (Wauters, 2010).[1] Los sitios de social networking ‒que es sinónimo del término más amplio de «social media»‒ han sido definidos como «servicios en línea que permiten a individuos (1) construir un perfil público o semipúblico dentro de un sistema delimitado, (2) articular una lista de otros usuarios con quienes comparten una conexión, y (3) ver y recorrer su lista de conexiones y las hechas por otros dentro del sistema» (Boyd y Ellison, 2008). Java y sus colaboradores (2007) notaron que Twitter es usado por cuatro razones principales: para el cuchicheo diario, conversar, compartir información y reportar noticias (Marwick y Boyd, 2011). De tal manera, algunas organizaciones de medios alientan a sus periodistas a usar Twitter (Gleason, 2010), resultando, al menos para algunos canales, en la obtención de audiencias bastante amplias. Por ejemplo, el New York Times tiene casi 8 millones de seguidores, Time cuenta con 4. 4 millones, y CNN con 7. 9 millones. Periodistas profesionales creen que las ventajas de Twitter (ampliar su audiencia, por ejemplo) sobrepasan a sus desventajas (trabajar extra),  como se puede notar al ver el aumento constante de creación de cuentas (Hermida, 2006b). Tal aumento también podría indicar que las organizaciones de medios de comunicación están solicitando a sus reporteros que incorporen el uso de Twitter en sus rutinas diarias.

Además de una estructura tecnológica que permite que haya un intercambio mayor de información, el crecimiento de Twitter ha creado mayores oportunidades para la distribución de contenido generado por usuarios ‒incluidas mayores oportunidades para que periodistas reporten noticias. Como los usuarios de Twitter deben elegir seguir a una fuente de noticias o a un reportero individual, pueden ser guiados por un proceso de apego preferencial, por lo que los canales informativos o reporteros que han sido de utilidad en el pasado pueden recibir mayor atención de los participantes nuevos o ya existentes de la red, en una tendencia tipo «los ricos se vuelven más ricos (Tremayne et al., 2006). Skoler (2010) considera que la cultura de hoy presta atención a las relaciones y conexiones, mismas que alimentan las redes sociales y promueven compartir información, experiencias, conocimiento y amistades. A través de este sistema, los usuarios pueden crear e intercambiar contenidos generados por ellos mismos, al mismo tiempo que descubren fuentes de información que se adecúen a sus intereses (Kaplan y Haenlein, 2009).

Las redes sociales como Twitter han ayudado a que las audiencias se vuelvan más activas en el proceso de creación de noticias (Hermida, 2010a), porque los mensajes se mueven en dos vías y porque los usuarios tienen una oportunidad de interactuar con la información (Stassen, 2010). En un análisis de 150 000 publicaciones de microblog, Jansen y sus colaboradores (2009) encontraron que los consumidores utilizan dichas plataformas para encontrar «fuentes de información confiables, reflexiones y opiniones». Los usuarios también comparten hipervínculos entre ellos (Hughes y Palen, 2009; Java et al., 2007) y pueden emplearse a revisar la cobertura de las noticias de último minuto por mensajes tuiteados o retuiteados por otros usuarios, así como dar cobertura en vivo a diversos eventos (Farhi, 2009; Kawk et al., 2010). Hermida (2009a) sugiere que los microblogs están creando nuevas formas de periodismo, cambiando incluso cómo se define el periodismo a sí mismo. Hayes y sus colaboradores (2007) aseguran que los periodistas involucrados en redes sociales proveen a sus seguidores reflexiones sobre cómo son confeccionadas las historias que reportan, ofrecen sus propias opiniones sobre las noticias que suceden y dan un contexto para el desarrollo de la cobertura noticiosa. Así pues, hay un cierto elemento de transparencia que se requiere en Twitter y este tipo de plataformas sociales para que exista una suerte de confianza entre los miembros de su audiencia (Hayes et al., 2007; Karlsson, 2010). Hermida (2009a, p. 3) trabaja este mismo asunto de la confianza, para hacer notar que los medios de comunicación han batallado para encontrar la forma en que puedan presentar la validez de lo que informan hacia el público, y para integrar estas plataformas en sus «reglas y valores periodísticos establecidos».

Como tienen la posibilidad de compartir información rápidamente con audiencias amplias por medio de Twitter, los periodistas pueden incluir o excluir información como les plazca, filtrando noticias e información frecuentemente, sin tener que canalizarla por los canales de manejo de información tradicionales, como lo sería la figura del editor de sección (Farhi, 2009; Hermida, 2010a). Gracias a este papel cambiante y en proceso evolutivo de protección de información, y tomando nota de que la relación entre periodistas y Twitter se ha enfocado demasiado en el concepto de influencia (Cha et al., 2010; Hagen, 2010; Leavitt, 2009), este estudio se enfoca en el comportamiento de los periodistas en Twitter, explorando cómo es que comparten la información (y qué tipo de información), cómo interactúan con sus seguidores y cómo es que realizan periodismo a través del nuevo medio.

 

Desafíos a las reglas periodísticas

El marco conceptual para este estudio está basado en las rutinas normativas profesionales y algunas perspectivas sobre el periodismo, especialmente las relacionadas con las prácticas del microblogging. Lo que dijo Singer sobre los periodistas que bloguean también aplica para los periodistas que tuitean: se enfrentan a «desafíos a las reglas profesionales como guardianes objetivos de la información importante para el público. Pero el formato también ofrece potencial para expandir la transparencia y rendición de cuentas de los periodistas». Mucho de lo que Singer vio con respecto a los efectos potenciales de bloguear con las reglas y prácticas de los periodistas afiliados a medios de comunicación convencionales también aplica para los periodistas tuiteros. Los periodistas que trabajan para estos medios han descubierto que el microblogging puede alentarlos a separarse un poco de sus roles profesionales en una diversidad de maneras. Como Singer observó al hablar de blogs, estas separaciones o desviaciones  incluyen (1) apartarse de  su papel de proveedores imparciales de información, para expresar sus opiniones personales, (2) compartir el papel de guardianes, al incluir las publicaciones y posts de otros en sus microblogs, y (3) proveyendo a sus audiencias una suerte de transparencia y rendición de cuentas al ofrecer vínculos a otros sitios electrónicos para dar un contexto más completo sobre la información que reportan. Este estudio considera y pone a prueba cada uno de esos tres elementos.

Primero, sobre la cuestión de parcialidad y personalización, las reglas profesionales son claras: los periodistas deben mantener, supuestamente, sus opiniones políticas y personales para ellos mismos (Kovach y Rosenstiel, 2007). Incluso cuando la naturaleza de los medios en línea pone a prueba este constructo periodístico (Robinson, 2007), la objetividad ‒o al menos una supuesta búsqueda de objetividad‒ permanece como una de las características más importantes del periodismo profesional (Schudson y Anderson, 2008). Segundo, la protección de información (Shoemaker y Vos, 2009) ha investido a la prensa de poder y prestigio, pues determina qué información califica de «noticia» y, por tanto, es digna de ocupar un espacio en el escaparate público. Indudablemente, esta función cambia en un ambiente digital, donde la escasez ha dejado de ser una preocupación y las mismas audiencias ocupan un espacio en el proceso de filtración (Bruns, 2005; Harrison, 2010; Singer, 2010). Tercero, las normas dictan que los periodistas dependen de fuentes conocedoras para obtener su información (Carlson, 2009), aunque el proceso de referencia a la fuente original nunca ha sido fácil en los formatos tradicionales; sin embargo, los hipervínculos que son endémicos del blogueo ‒y del microblogueo‒ presentan una oportunidad para que los periodistas sean más transparentes, y por tanto rindan cuentas en el curso de su trabajo (cfr. Karlsson, 2010; Phillips, 2010). Un indicador más directo de este fenómeno podrían ser los tuits a propósito del trabajo del periodista mismo. Otros indicadores incluyen discusiones públicas con otros tuiteros y tuitear sobre la vida personal. Las discusiones con otros tuiteros a veces se enfocan en el trabajo del periodista o en el proceso de producción de noticias; incluso los tuits sobre la vida personal del periodista pueden arrojar algo de luz sobre su labor profesional.

Como Singer (2005, 2007) y otros (Domingo y Heinonen, 2008; Hermida, 2009a, por ejemplo) han explorado exhaustivamente, el formato del blog y su contexto cultural (Rosen, 2008; Rosenberg, 2009) han desafiado cada uno de esos tres principios periodísticos. Sin embargo, la cultura y plataforma de Twitter abren, en mayor escala, posibilidades para cambiar dichas reglas ‒ya que, por ejemplo, los periodistas están más abiertos al intercambio de ideas, comparten con más amplitud el papel de guardianes de la información, y son más transparentes con el proceso de creación y divulgación de noticias. Por ejemplo, mientras que los blogs periodísticos se presentan en el marco de alguna corporación de medios, y por tanto deben cumplir con sus estándares y protocolos, los tuiteros periodísticos operan sobre una plataforma neutral (vía Twitter.com); así pues, ni tienen que lidiar con el mismo nivel de supervisión ni con la necesidad periodística de no salirse del tema. En un espacio de comunicación emergente como Twitter, mismo que puede ser utilizado para muchísimas cosas, desde el reporte de noticias de último minuto hasta nimiedades y banalidades personales, los periodistas tienen mayor licencia para escribir sobre lo que se les antoje ‒incluyendo detalles mundanos de sus actividades diarias. Compartir la vida privada de tal manera es relevante para Twitter, precisamente porque es muy público (al menos por default), y por tanto más accesible para el mundo exterior, más allá de familiares y amigos conectados con un periodista individual en una red social como Facebook. En este sentido, Twitter ofrece un ambiente único en el que los periodistas son libres de virtualmente poder comunicar lo que sea a quien sea, más allá de los límites naturales impuestos por reglas institucionales o barreras personales, inherentes al social networking. De tal manera, es importante entender el contenido de los tuits de periodistas y hasta qué punto reflejan los modos tradicionales de ser periodistas y hacer periodismo.

 

Enunciación de la problemática

Todo lo anterior nos lleva a la formulación de tres preguntas de investigación relacionadas con cómo es que el microblogging puede estar afectando las reglas y prácticas profesionales de periodistas asociados con medios de comunicación convencionales.

P1: ¿Los periodistas que microbloguean se desvían de su papel de proveedores de información objetiva e imparcial al expresar sus opiniones personales en sus posts?

P2: ¿Los periodistas que microbloguean comparten su papel de protectores de la información al incluir las publicaciones de otros en sus microblogs (retuiteando, por ejemplo)?

P3: ¿Los periodistas que microbloguean transparentan y rinden cuentas sobre su trabajo al tuitear sobre los procesos, debatir con otros tuiteros, tuitear sobre sus vidas personales o al publicar información de fuentes externas?

 

Metodología: Análisis de contenido de los tuits de periodistas

Para resolver las preguntas de investigación formuladas, se hizo un esfuerzo para localizar a distintos periodistas que hacen uso de Twitter. Una muestra aleatoria hubiera sido ideal, pero sin conocimiento de la población hubiera sido imposible. Afortunadamente, una lista de los 500 periodistas más seguidos en Twitter fue proporcionada por los desarrolladores de Muck Rack (Muckrack.com). Desde su creación en abril de 2009, Muck Rack se ha convertido en uno de los sitios más importantes para recabar tuits de periodistas profesionales, en su mayoría de los Estados Unidos. Cuenta con una base de datos de miles de periodistas en Twitter y organiza a reporteros y editores de acuerdo a la organización a la que pertenecen y su nivel de experiencia (Seward, 2009). Invitando a sus visitantes a «descubrir lo que está pasando en el mundo del periodismo», Muck Rack ofrece un torrente de tuits de periodistas y tendencias relacionadas con el periodismo. Por tanto, nuestra muestra de los 500 periodistas más seguidos en Twitter, aunque no sea representativa de todos los periodistas en Twitter, es quizá la colección más exhaustiva hecha hasta el momento.

La muestra original, derivada de Muck Rack, incluía la afiliación institucional y el número de seguidores de cada periodista hasta septiembre de 2009. En aquel tiempo, George Stephanopoulos de ABC News encabezaba la lista con 1 224 118 seguidores, mientras que Andy Newman del New York Times se encontraba en el número 500 con 690 seguidores. El número de seguidores de cualquier usuario de Twitter puede ser consultado en cualquier momento en el lado derecho de la parte superior de su página principal (por ejemplo, Twitter.com/Maddow es la página principal de Rachel Maddow de MSNBC). Cada vez que un usuario de Twitter decide seguir a un periodista ‒o dejar de seguirlo‒ su número de seguidores se actualiza. Dos tercios (67 por ciento) de los periodistas eran hombres. De estos 500 periodistas, 27 por ciento trabajaba para periódicos nacionales, 21. 8 por ciento para periódicos locales, 15. 2 por ciento para revistas, 10. 8 por ciento para cadenas nacionales de televisión, 9. 8 por ciento para cadenas de televisión por cable, 9. 4 por ciento para sitios de noticias en internet, 2. 2 por ciento para estaciones de radio, 2 por ciento para servicios de agencias de información y el 1. 8 por ciento para otro tipo de canales de noticias. Como algunos periodistas cerraron o cambiaron sus cuentas de Twitter después de septiembre de 2009, y otros no usaron Twitter durante el tiempo en que se llevó a cabo este estudio, el número real de periodistas analizado fue 430.

Para cada periodista, codificamos los primeros diez tuits de cada día, empezando a las 12 AM y terminando a las 11: 59 PM, por dos semanas, empezando el 5 de octubre de 2009 y terminando el 18 de octubre. Cada tuit muestra la hora a la que fue publicado, usando el tiempo local del tuitero. Si un periodista publicaba menos de 10 tuits en un día, codificamos los tuits que publicó sin importar que fueran menos de 10. Los periodistas estudiados publicaron en promedio 5. 6 tuits diarios. Sin embargo, hubieron bastantes variaciones entre los periodistas: algunos que no tuitearon en absoluto y otros que llegaron a publicar hasta 810 tuits en ese periodo ‒casi 60 tuits al día en promedio. Por razones lógicas, sólo los primeros 10 tuits del día fueron codificados: para poder conservar nuestros recursos. Esto quizá también ayudó a no permitir que periodistas excesivamente parlanchines alteraran demasiado los resultados. Al final, codificamos 22 248 tuits.

Las grandes diferencias entre las actividades tuiteras entre los periodistas se deben en parte a un uso específico que algunos periodistas le dan a Twitter, en oposición a otros usuarios: tuitear eventos en vivo, que pueden traducirse en decenas de tuits en un solo día. Por la gran variación en las actividades de algunos periodistas, el número total de tuits publicados en el periodo de codificación también fue tomado en cuenta. Como no sólo varió bastante el número de tuits entre los periodistas a lo largo del periodo de dos semanas, sino que también algunos periodistas tuiteaban mucho más que sus colegas, fue necesario controlar el total de tuits a codificar para minimizar el impacto de estos valores atípicos sobre los resultados.

 

Objetividad e imparcialidad

Para determinar hasta qué punto los periodistas que tuitean expresan sus opiniones personales, cada tuit fue codificado de acuerdo a su propósito principal: transmitir información, buscar información o expresar una opinión. Un ejemplo de los tuits etiquetados como «opinión mayor», porque su función principal es expresar una opinión, puede ser: «Necesito azúcar: se espera que el discurso del Sen. Smith sea francamente aburrido». El propósito de un tuit así es expresar la opinión sobre un discurso. Asimismo, los tuits cuyo propósito principal no era expresar una opinión, sino informar, aunque también emitiendo un juicio de valor, fueron etiquetados como «opinión menor». Aquí hay un ejemplo: «Cubriendo el discurso del Sen. Smith sobre la guerra en Afganistán. Espero que diga algo relevante». Aquí, a diferencia del tuit anterior, el propósito es informar sobre la labor periodística del reportero, aunque la segunda oración tenga cierto tinte de opinión.

 

Protección

Para determinar hasta qué punto los periodistas que tuitean comparten su papel de guardianes de la información al incluir publicaciones de otros en su microblogging, cada tuit fue codificado si era un retuit. Cuando los periodistas entregan a sus seguidores mensajes de otros sin editar, les están dando acceso a su audiencia y, por tanto, comparten el escenario con ellos. En este sentido, el retuiteo indica que un periodista está «abriendo las puertas» para permitir que otros participen en el proceso de producción de noticias.

 

Transparencia y rendición de cuentas

Para determinar hasta qué punto los periodistas que tuitean transparentan su actividad y rinden cuentas por medio de sus publicaciones, examinamos cuatro indicadores distintos. Estos indicadores varían dependiendo de lo mucho o poco que indiquen que hay de transparencia y rendición de cuentas de por medio; quizá la medida más directa se relaciona con los tuits de los periodistas que relatan específicamente información sobre su trabajo (sin incluir autopromoción). La información que trata primordialmente sobre el trabajo del periodista tendrá siempre que ver directamente con la rendición de cuentas y la transparencia de la que hablamos. Por eso fue que excluimos de esta categoría a los tuits de autopromoción, es decir, aquellos que buscan publicitar una historia producida por el periodista, o por algún colega de la misma organización a la que pertenece. Algunos periodistas abusan de este tipo de tuits. Encontramos que 19. 1 por ciento de todos los tuits que analizamos eran básicamente de este tipo. De hecho, Twitter puede ser un canal para promocionar el trabajo propio, lo que ayuda a entender la popularidad que tiene. Estos tuits, sin embargo, no avanzan de manera significativa en materia de transparencia y rendición de cuentas y por eso los excluimos de la categoría de «trabajo».

Un segundo elemento del microblogging que puede contribuir a la transparencia y rendición de cuentas son los tuits que involucran fundamentalmente la discusión entre un periodista y otro usuario específico de Twitter. La discusión es un tipo de actividad tuitera particular que hemos catalogado como «en respuesta a», representando un intercambio entre ambos, pero de manera pública. Al discutir, los periodistas pueden responder preguntas específicas sobre su trabajo. Como los tuits sobre el trabajo, las discusiones suelen involucrar información sobre la labor periodística, y por tanto son reflejo de la transparencia y rendición de cuentas del periodista.

Igualmente, todos los tuits fueron codificados dependiendo el tema, como política y gobierno, economía y finanzas, y entretenimiento y celebridades. Como los autores de estos tuits son periodistas, sus publicaciones tienden a ser sobre temas nuevos. Sin embargo, hay ocasiones en los que el tema del tuit solamente se refiere a la vida personal del periodista. Dichos tuits «perzonalizantes» pueden incluir información sobre el trabajo del periodista y, por tanto, tener cierta importancia en materia de transparencia y rendición de cuentas; asimismo, incluso la información de la vida personal del periodista puede contribuir en estas esferas.

Finalmente, el cuarto indicador sobre transparencia y rendición de cuentas periodísticas es la vinculación electrónica. Cada tuit fue codificado de acuerdo a si contenía o no un enlace a un sitio externo. Cuando incluía uno, el link fue codificado por el tipo de página web que vinculaba: (1) la organización a la que está afiliada el periodista; (2) otro medio noticioso; (3) un blog; (4) otro tipo de link. Los vínculos externos agregan contenido al tuit original del periodista y suelen darle alguna suerte de apoyo u otro tipo de información sobre dónde y cómo el periodista obtuvo la información del tuit original. Como Singer reconoció en el caso del blogging, enlazar contenidos sólo es un indicador parcial de transparencia, pero un indicador a fin de cuentas.

Quienes se dedicaron a codificar los tuits fueron alumnos de licenciatura inscritos en un curso sobre teoría de la comunicación masiva, que recibieron créditos a cambio de su trabajo. Los 60 estudiantes intercambiaron sus experiencias de manera exhaustiva en distintas sesiones sobre su trabajo. Igualmente, seis estudiantes de posgrado hicieron una codificación adicional para llenar los vacíos que habían quedado después de la codificación inicial. La confiabilidad entre calificadores fue determinada seleccionando un subconjunto de 488 pares de tuits que fueron codificados de manera independiente por dos calificadores distintos. El índice Kappa de Cohen fue usado para estimar la concordancia entre calificadores (Cohen, 1968). Esta estadística es una medida de confiabilidad bastante conservadora en oposición a otros tipos de medida; sin embargo, un valor kappa de 0. 80 representa una confiabilidad entre calificadores bastante alta, dado que un coeficiente de 0. 60 ya es bastante aceptable (Viera y Garrett, 2005). La confiabilidad estima que las variables utilizadas en los análisis son: discusión, 0. 86, enlaces, 0. 66; trabajo, 0 .71; opinión menor, 0. 67; opinión mayor, 0. 77; personal, 0. 62; y retuiteo, 0. 80. Como algunos  de los índices de confiabilidad no son demasiado altos, los resultados que provienen de ahí deben ser interpretados con cuidado. Afortunadamente, los valores con menor índice de confiabilidad (personal y enlaces) fueron dos de las cuatro variables usadas como indicadores de rendición de cuentas y transparencia; además, otras dos variables (trabajo y discusión) obtuvieron niveles altos de confiabilidad y son indicadores más directos de transparencia y rendición de cuentas.

 

Resultados

La Tabla 1 presenta un perfil descriptivo de la muestra hacia marzo de 2010. Como puede ser observado, hay una amplia diferencia entre los periodistas en cada aspecto, desde su número de seguidores hasta el tiempo que llevan usando Twitter y qué tanto han sido incluidos en «listas».

La evidencia del crecimiento de Twitter y, en particular, de la atracción que tienen sus usuarios por los periodistas puede ser vista en el incremento en el número de seguidores en los seis meses que van de septiembre de 2009 a marzo de 2010. Qué tan diferente es la participación de los periodistas en Twitter puede ser visto en el número total de tuits que publicaron durante el periodo que se codificó, así como en el número total de tuits publicados. Es notable que un periodista que sólo tuiteó ocho veces en este periodo se encuentre entre los periodistas más seguidos en Twitter. Esto dice algo sobre el número de seguidores. Toma un clic casi sin esfuerzo decidir seguir a alguien. Cuando uno comienza a seguir a otros, Twitter muestra las personas seguidas por quien uno sigue, sugiriendo a más personas a quienes uno debería seguir. Consecuentemente, algunos usuarios de Twitter tienen seguidores que rara vez leen sus tuits. Como se ha encontrado en diversos estudios sobre la influencia en Twitter, el número de seguidores no siempre es una medida significativa del tamaño de la audiencia o del nivel de influencia del tuitero (Cha et al., 2010; Leavitt, 2009; Solis, 2010).

 Tabla 1

Como muestra la Tabla 2 los periodistas se desviaron de sus roles tradicionales como proveedores objetivos de información al ofrecer un número considerable de opiniones en sus tuits.

Casi el 16 % de los tuits de los periodistas eran fundamentalmente opiniones, y el 27 % de los tuits que reportaban información contenían también algún grado de opinión. También se notó que los periodistas comparten alguna parte de su papel como guardianes de la información al incluir publicaciones de otros usuarios en sus microblogs: más del 15 % de sus publicaciones fueron retuits. De igual manera, los periodistas también usaron Twitter como una oportunidad para rendir cuentas de y transparentar su actividad profesional. Casi 9 % de sus tuits daban información sobre la labor periodística, 14. 9 % eran discusiones y 20. 2 % contenían algún enlace externo. Aunque la mitad de esos enlaces eran a la organización de medios a la que el periodista estaba afiliado, un cuarto adicional era a otras organizaciones, mientras que 7. 2 % enlazaban blogs periodísticos y 18 % a otro tipo de páginas electrónicas, todo esto indicando que hay ciertos niveles de transparencia y rendición de cuentas en las actividades microblogueras de los periodistas.

Tabla 2

Para saber si las actividades en Twitter varían entre los periodistas asociados con distintos medios, aquellos afiliados a periódicos nacionales, noticieros de las principales cadenas de televisión abierta y por cable (47. 6 por ciento), fueron agrupados bajo la categoría de medios «élite», y fueron comparados con los de los demás medios, de menor alcance. Como muestra la Tabla 3, los periodistas «élite» por lo general estuvieron menos involucrados que sus colegas de otros medios en actividades indicativas de (1) opinión, (2) permitir que otros participen en el proceso de producción de noticias y (3) transparencia y rendición de cuentas.

Tabla 3

Sin embargo, no todas esas diferencias fueron significativas. La importancia estadística de las diferencias se puede ver en la Tabla 4. A propósito de la pregunta sobre si los periodistas en Twitter usan este medio para apartarse de las reglas profesionales de objetividad e imparcialidad, una muestra de pruebas t-Student individuales presenta que dos grupos difirieron bastante en la cantidad tanto de opiniones mayores como menores. Los periodistas fuera de la «élite» están más dispuestos a apartarse de las reglas y prácticas tradicionales ‒y comportarse como otros usuarios de la red social‒ al publicar constantemente sus opiniones en Twitter.

Una segunda forma en la que el microblogging puede estar cambiando las reglas y prácticas profesionales de los periodistas es que se les está dando mayor poder de participación a los demás usuarios de Twitter por medio de retuits. Sin embargo, no hubo ningún tipo de diferencia estadística significativa entre el comportamiento de ambos grupos en este aspecto.

Sobre la tercera forma en la que el microblogging puede estar cambiando las reglas y prácticas profesionales de los periodistas, la transparencia y rendición de cuentas en sus tuits, no hubo ninguna diferencia sustancial en cuanto al indicador más importante: la publicación de tuits que informaran sobre su labor profesional. Sin embargo, los periodistas «élite» discutieron en mucha menor medida con otros usuarios de Twitter, tuitearon menos sobre su vida personal y publicaron menos enlaces a otros sitios web.

Tabla 4

 

Análisis y discusión

El microblogging trae consigo una nueva forma de comunicación entre personas, y los periodistas han encontrado en él una forma particularmente útil de ejercer su profesión. Sin embargo, varía entre ellos muchísimo el uso que le dan. Igualmente, hay académicos que siguen discutiendo sobre qué tanto está cambiando la definición del periodismo a la luz de estas plataformas digitales (Burns, 2010; Hermida, 2010b). Incluso en este medio masivo que sigue evolucionando, algunos patrones y tendencias han ido apareciendo.

Como ha sido visto por Singer con los periodistas blogueros de política, los periodistas tuiteros han adoptado y adaptado características y elementos de Twitter a sus normas y prácticas ya existentes. Específicamente, como otros usuarios de Twitter, los periodistas tuiteros ofrecen opiniones de manera bastante libre, lo que se aparta un poco de las convenciones tradicionales de la profesión. Quizá los periodistas en este medio están opinando tanto porque el microblogging por lo general lo alienta. Como los tuits son tan cortos, dejan poco espacio a la tonalidad, menos oportunidad a argumentos del tipo «por-un-lado… por-el-otro» que tienden a balancear opiniones. Los periodistas tuiteros no opinan tanto como los periodistas blogueros analizados por Singer: 61 % de los posts contenían opiniones personales. No obstante, la cantidad de opiniones en los microblogs de los periodistas es sorpresiva. Casi 43 % de los tuits contenía al menos un elemento de opinión y casi el 16 % eran fundamentalmente opiniones. Algunos periodistas tuiteros son columnistas que se espera que expresen sus opiniones de manera constante, pero eso no justifica por completo la cantidad sustancial de opiniones que se expresan entre los periodistas que hacen uso de Twitter.

Quizá menos impresionante es el grado en el que los periodistas tuiteros usan retuits, enlaces y sus propias publicaciones para permitir que se abran las puertas al proceso de producción de noticias para aquellos que no son periodistas profesionales. Sin embargo, en su microblogging algunos de estos periodistas sí retuitean, hablan sobre su trabajo, discuten, proveen información sobre sus vidas personales y comparten enlaces a otros sitios electrónicos de manera regular. Como mostró Singer con los periodistas que bloguean, los periodistas tuiteros, al parecer, están normalizando Twitter para que encaje con sus reglas y prácticas preexistentes; sin embargo, al mismo tiempo, están ajustando sus reglas y prácticas profesionales a las reglas y prácticas emergentes de Twitter.

Aquellos que trabajan para periódicos nacionales y cadenas televisivas parecen ser menos propensos al cambio, sugiriendo tal vez que quienes actualmente están más involucrados en las convenciones profesionales tradicionales tienen la menor capacidad o interés de cambio. Quizá los periodistas «élite» tienden menos a compartir opiniones, interactuar con lectores y actividades similares porque consideran que tienen demasiado invertido en el negocio tradicional. Por supuesto que éste es un esquema de categorización en bruto, pero creemos que las diferencias observables entre ambos grupos pueden indicar algo sobre cómo es que Twitter está cambiando las reglas y prácticas de la profesión. Específicamente, nos preguntamos si quienes trabajan para las grandes corporaciones con amplias audiencias obtienen más reconocimiento y fama solamente por su asociación con dichas organizaciones y, como resultado, no buscan tomar ventaja de las oportunidades que ofrece Twitter para cambiar la profesión como hasta ahora se conoce. En otras palabras, ¿estos periodistas, como observó Singer con los blogueros, normalizan este medio social para que encajen las prácticas y reglas enraizadas como incondicionales en las organizaciones que los cobijan? Los periodistas que trabajan para los medios más prestigiosos pueden creer que están mejor establecidos en el sistema existente. Siendo parte de las dinámicas sociales y de poder de estas organizaciones de medios de comunicación, quizá estarán más inclinados a querer mantener el statu quo que sus contrapartes, quienes tienen menor alcance e influencia. Estos últimos, por su parte, quizá tendrán que batallar más para ser escuchados. Por tanto, un reportero afiliado al New York Times, CNN o ABC News atraerá bastantes seguidores simplemente por ser parte de esas cadenas. Por el otro lado, quienes trabajan para periódicos o canales de televisión locales, tendrán que ser más activos e interesantes en Twitter para obtener y conservar seguidores. Parte de su trabajo quizá involucre usar Twitter en la manera en la que otros usuarios ‒no necesariamente periodistas‒ lo hacen, para explorar otras formas más novedosas o sugerentes para atraer mayores audiencias.

Este estudio es el primero que presenta un análisis cuantitativo de gran escala del uso que dan los periodistas a un nuevo medio de comunicación. A pesar de que los patrones de Twitter van a cambiar conforme evolucione esta aplicación, esto nos da un panorama de una profesión que está intentando justificarse en un nuevo espacio. El inconveniente de este estudio es que es bastante limitado por varias razones. Primero, como no existe ninguna manera de obtener una muestra aleatoria de periodistas que utilicen Twitter, tuvimos que hacer uso de una lista de tuiteros de acuerdo a su número de seguidores. Es poco probable que esta selección represente adecuadamente a los típicos periodistas que tuitean. Quizá una mejor forma para identificar periodistas tuiteros será encontrada a la larga, para obtener una muestra más representativa; idealmente, tal método será más inclusivo para tener una gama más amplia de periodistas, que vayan más allá de los Estados Unidos y el Reino Unido, incluyendo periodistas de distintas partes del mundo. Además, para no desperdiciar recursos, no todos los tuits de estos periodistas fueron analizados. Aunque sería preferible codificar una muestra aleatoria de los tuits de cada periodista, la logística para hacerlo es desafiante porque los calificadores tendrían que estarlo haciendo de manera activa en línea (para examinar links externos y discusiones «en respuesta a», por ejemplo), y localizarlos e identificarlos es difícil, además de que da más espacio para errores. Además, como la definición del periodismo cambia para incluir individuos que no necesariamente se consideran periodistas, sus contribuciones se añaden a las conversaciones sobre el tema en plataformas digitales como Twitter. Sus interacciones con noticias e información con audiencias y periodistas profesionales no deberían ser ignoradas. Igualmente, la naturaleza de Twitter formula preguntas sobre la lógica de obtener una muestra aleatoria de tuits individuales como si fueran unidades de análisis. Hay ocasiones en las que los tuits pertenecen a series completas, que pueden ir desde un par hasta docenas o más, en el caso de la cobertura de un evento en vivo. El significado de un tuit fácilmente puede depender de los anteriores. Los análisis de contenido de microblogs hechos en el futuro debería considerar estos problemas de muestreo.

A pesar de sus limitaciones, creemos que este estudio arroja un poco de luz sobre cómo se está haciendo uso de Twitter en el periodismo, cómo se está normalizando para que pueda encajar con prácticas y normas profesionales existentes, y cómo es que Twitter mismo está cambiando dichas normas y prácticas. Éste es un momento histórico emocionante para ser periodista, con retos y nuevos métodos que están desarrollándose y cambiando de manera constante. Estudiar estos desafíos y métodos puede ayudar a que los periodistas, y aquellos a quienes sirven, puedan entender mejor el papel del periodismo en un mundo siempre cambiante.

 

 

Traducción de Raúl Bravo Aduna

 

 

Este estudio fue publicado originalmente en Journalism Studies, núm. 1, vol. 13 (2012). Traducción y reproducción bajo permiso de los autores y Taylor & Francis Ltd. (http://www.tandfonline.com).

 

 

 

 

NOTA

[1] Para tener un contexto más amplio sobre Twitter, y para ver un análisis de cómo los periodistas lo han incorporado a la prensa, cfr. Arceneaux y Schmitz Weiss (2010).

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Dominic Lasorsa es doctor en comunicación por la Universidad de Stanford. Actualmente se desempeña como profesor e investigador en la Universidad de Texas en Austin, donde se dedica a estudiar los efectos mediáticos de la comunicación política. Su trabajo ha aparecido en diversas publicaciones, como la Encyclopedia of International Media and Communications, el Historical Dictionary of Political Communication in the United States, el International Journal of Public Opinion Research, los Journalism Studies, el Newspaper Research Journal, y el Writer Digest, entre otras.

Seth C. Lewis es profesor en la escuela de Periodismo y Comunicación Masiva de la Universidad de Minnesota, en Twin Cities. Fue becario Fulbright y en 2013 fue profesor visitante en el programa de Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de Stanford. Su trabajo ha aparecido en diversas publicaciones, como Information, Communication & Society, Journal of Computer-Mediated Communication, Communication Research, New Media & Society, Journalism Studies, Journalism Practice, y el International Journal of Communication, entre otras.

Avery Holton es candidato a doctor en Periodismo por la Universidad de Texas en Austin, seleccionado como el William C. Powers Graduate Fellow para el año escolar 2012-13.

 

Raúl Bravo Aduna es ensayista, poeta y traductor. Actualmente es profesor de lenguas en la Universidad Panamericana y editor literario de Cuadrivio. Su web personal es http://www.rbaduna.com

 

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