Poemas de Trevor Conway

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Inspirado

 

Las mejores ideas

son concebidas con calma.

He escrito sonetos con un café al lado,

desviado por su aroma

de una cara a una cara en pleno atisbo;

sentado en una piedra,

su abrigo de musgo un filtro de espuma,

mientras el río murmura.

Han emergido historias

junto al fuego y la tele.

Durante el medio tiempo,

he trazado algún lamento:

Milán 3–Liverpool nada.

Un libro en blanco tendido

junto a mi cama;

sus hojas serán llenadas.

 

De manzanas que caen

grandes teorías han sido formuladas.

Horas soporíferas en una oficina de patentes

proyectan luz reveladora,

el dilema de un rey resuelto

entre el vapor de un baño público.

 

Yo no tengo una gran teoría,

sólo palabras,

como un viejo amigo que regresa

vistiendo ropa nueva.

Algún día me sentaré con papel en mano.

Alguna revelación jugará frente a mi nariz.

Alguna pluma llegará a mis manos

para sembrar la semilla de

la Gran Novela Irlandesa y

palabra caerá sobre palabra,

cada letra bañada en oro,

un toque de fuego en mi sangre;

 

luego, me voy a sonrojar.

 

Especulación

 

Ven figuras en las estrellas,

tallan una línea entre dos puntos

y trazan un viaje.

Señalan las zanjas de pincelazos

que nunca estuvieron ahí.

 

Él escribirá,

pero mientras lo leen

las letras se desprenderán

y reamoldarán para formar

otro significado.

 

«Lo que quiere decir es…»

 

«Puede significar ambas cosas.»

 

«Quiso decir eso, obviamente.»

 

Sus mentones son suaves como el aceite,

palabras forjadas con precisión

en tonos melancólicos

con metáforas en forma de resorte.

¿Acaso no todos tenemos ojos de colores?

 

Él podrá negarlo.

Él podrá no decirlo.

Pero ellos no pueden distinguir

su sabiduría de su pose.

 

«Llegó del subconsciente.»

 

«Nunca lo admitiría.»

 

«Con tan poco, dice mucho.»

 

¿Qué tan válidas son sus voces?

Tan firmes como la base

sobre la que están paradas,

abrazadas por signos de interrogación.

 

La medida se mueve en ángulos.

Todos estamos torcidos,

hermosamente torcidos.

Nadie se erige en noventa grados.

 

Él habla:

 

«Pregúntenle a las estrellas.»

 

Las palabras y los días

 

Los versos medidos de un poema

se burlan de la vida:

tanto tiempo para perfeccionar una frase,

y las palabras son tan precisas.

Si la vida fuese arte,

¿qué tan refinado sería?

¿Y acaso no es que la mitad de su alegría

reside en su incertidumbre?

Pero las vidas siempre terminarán en palabras,

que tallan sus legados.

 

Traducción de Raúl Bravo Aduna

____________

Trevor Conway es de Sligo. Escribe poesía, cuentos, canciones y libretos. Ha publicado en Decanto, Inclement, Irish Journal Ropes, Poetry Salzburg Review y Boston’s Fusion. Su primer poemario será publicado próximamente por Salmon Poetry.

Raúl Bravo Aduna (Ciudad de México, Massachusetts, 1675) es poeta, ensayista, traductor y bruin. Ve el mundo con ojo crítico, pero en vez de preocuparse, decide reír en respuesta a sus fallas. Le gustan el hockey, la poesía y el helado. Le obligan a decir «es miembro del consejo editorial de Cuadrivio»… Es miembro del consejo editorial de Cuadrivio. Su sitio electrónico: http://www.rbaduna.com

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Cuadrivio, revista de literatura, política, ciencias y artes.

1 comentario

  1. Andressa

    agosto 1, 2011 at 6:53 pm

    great

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