¿Qué estudian los políticos para ser políticos?

Héctor Herrera presenta los resultados de una investigación sobre el origen educativo de figuras de alto renombre en la política nacional e internacional

La política y la academia

 

No son los politólogos quienes ocupan los cargos públicos en este país, ni tendrían necesariamente que serlo. Pero, entonces, ¿cuál es la formación de la clase política mexicana? Héctor Herrera presenta los resultados de una investigación —que en ocasiones alarma y en otras asombra— sobre el origen educativo de figuras de alto renombre en la política nacional e internacional.

 

 

Héctor E. Herrera Capetillo

 

 

¿Cuáles son las lecturas que han marcado mi vida?… Leía algo que seguramente en mi vocación por la política alentaba ese espíritu. Fueron los libros… varios… algunos. La silla del águila, de Krauze, y hay otro libro de él mismo, quiero recordar el nombre…. Leí incluso otro que era la antítesis de ese libro… no recuerdo el título exacto. Hay uno que después salió que eran las mentiras sobre el libro de este libro… Mira, finalmente no podría señalar un libro que marcara de manera específica mi vocación.

Enrique Peña Nieto como candidato a la presidencia de México

en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (3 de diciembre de 2011)

 

 

 

La reseña que hace el crítico gastronómico ficticio, Anton Ego, al final de la película animada Ratatouille (Pixar Animation Studios, 2007) condensa una frase que puede ayudarnos a entender de dónde vienen los políticos. Así dice Ego: «En el pasado, jamás oculté mi desdén por el famoso lema del chef Gusteau: “Cualquiera puede cocinar”. Pero al fin me doy cuenta de lo que quiso decir en realidad: no cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado».[1]

En esencia y en teoría, ésa es la base sobre la que descansan las democracias representativas contemporáneas: un político talentoso no puede ser cualquier persona, ciertamente, pues se necesita de una formación, experiencia y talento nato que le ayuden a desenvolverse en el medio y que le hagan sensible a las demandas populares, pero así como no cualquiera puede ser un político profesional, éstos sí pueden provenir de cualquier lado. No existe una profesión única para la política, de forma que, en efecto, cualquiera puede ser un político.

Pero ¿se requiere de estudios para ser un político? En México, como ‒seguramente‒ en el resto del mundo, no existe un impedimento jurídico para que las personas que no tengan formación escolar de cualquier nivel accedan a los cargos públicos; los únicos criterios señalados por la Constitución tienen que ver con la edad, nacionalidad y pertenencia al ejército o a un cargo en un culto religioso. Así, de acuerdo con una investigación periodística realizada por ADN Político en 2013,[2] de los 628 legisladores con los que cuenta el país (500 diputados y 128 senadores), 56 no cuentan con un título académico de educación superior. De ellos, el senador priista Armando Neyra Chávez sólo cursó la primaria; los diputados del PRI José Alejandro Montano Guzmán y Petra Barrera Barrera, así como los diputados del PRD Tomás Brito Lara y Josefina Salinas Pérez y el senador del PRI Isaías González Cuevas sólo llegaron a culminar la educación secundaria. A ellos se suman los 21 legisladores cuyo grado académico máximo es la educación media superior, los 17 que cursaron estudios universitarios pero los dejaron truncos y los 12 que tienen una carrera técnica.

Una investigación periodística en el mismo sentido, realizada por Sin Embargo en 2012, señala, en palabras de Laura Valencia Escamilla, profesora investigadora de la UAM Xochimilco, que las trayectorias de las legisladoras indican que los partidos políticos cada vez le dan mayor importancia al perfil de sus candidatos, «(…) lo que califica como un mito la idea de que la mayoría de quienes se convierten en legisladores son personas poco preparadas».[3]

De esa forma, de los 430 diputados que proporcionaron información sobre su nivel educativo para el año 2012, 1 contaba con un posdoctorado, 17 realizaron estudios de doctorado, 98 de maestría, 282 tenían una licenciatura, 17 eran pasantes de educación superior, 7 egresados de bachillerato y 8 de una carrera técnica, con lo cual el 83 % de la LXII legislatura (2012-2015) evaluada cuenta con estudios de licenciatura o superiores, una cifra menor a la de la LXI legislatura (2009-2012), donde más del 90 % estaba en esa categoría.[4] En el caso de los senadores, con datos de 2012, 10 tenían un doctorado, 39 una maestría, 63 una licenciatura, 8 eran pasantes, 2 estudiaron hasta el bachillerato, 2 eran técnicos, 1 estudió la secundaria y 1 llegó hasta la primaria.[5]

Con datos actualizados para 2014, podemos decir, como lo ilustra el gráfico siguiente, que más del 57 % de los diputados cuentan con una licenciatura, el 22 % con maestría, menos del 5 % con un doctorado y el 12 % con estudios superiores truncos, técnicos, de bachillerato o básicos; por su parte, el 50 % de los senadores tienen una licenciatura, el 30 % una maestría, el 8 % un doctorado y el 10 % sólo llegó a concluir estudios de educación media y básica.

*Elaboración propia con datos del Sistema de Información Legislativa, 2014. Nota: Los diputados y senadores que aparecen como profesores normalistas fueron incluidos en la categoría de licenciatura, salvo los casos de estudios truncos.

 

Las asimetrías entre los legisladores, señala este mismo artículo, pueden ser enormes. Así, es posible encontrar un diputado perredista como Mario Miguel Carrillo Huerta, quien es miembro Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, docente investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), ha sido profesor en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Universidad Veracruzana, la Universidad de Missouri-Kansas, la Universidad Estatal de San Diego en California, la Universidad de las Américas, El Colegio de México y fundador de El Colegio de la Frontera Norte y El Colegio de Tlaxcala;[6] lo mismo que el diputado perredista Andrés Eloy Martínez Rojas, que, sin agregar su grado de estudios, señala que es coordinador del proyecto International Astronomical Search Collaboration y descubridor de 10 supernovas y un asteroide; o que a la diputada priista Petra Barrera Barrera, que terminó sus estudios secundarios y que, como señala Sin Embargo y se puede corroborar en el Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación, agrega en su perfil de trayectoria académica que ha tomado «cursos de formación de promotoras rurales municipales, mecanografía, cestería plástica, desarrollo de productos de popotillo plástico, guitarra, entre otros»,[7] al igual que la diputada perredista Joaquina Navarrete Contreras, que, sin especificar su grado último de estudios, entre las pocas cosas que ahí escribe, señala como lo más destacado de su trayectoria académica que en el periodo 2000-2006 fue docente de taekwondo.

Asimismo, el abanico de instituciones educativas en las cuales estudiaron es amplio. En esa misma investigación especial, Sin Embargo señala que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la institución de la que provienen un mayor número de diputados: 48; le siguen el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) con 29, la Universidad de Guadalajara con 13, la Universidad Iberoamericana con 11, y la Universidad Autónoma de Nuevo León también con 11. En el caso de los senadores, la UNAM es también la universidad en la que más senadores estudiaron su carrera (16), seguida por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) con 10 y el ITESM con el mismo número, así como la Universidad Iberoamericana y la Anáhuac con 5 cada una.[8]

De igual forma, así como existen 56 legisladores que no cuentan con un título universitario, hay un número parecido que realizó estudios de licenciatura o posgrado en universidades extranjeras: 32 diputados federales y 23 senadores, de los cuales 8 estudiaron una licenciatura y 47 una maestría o doctorado. Estados Unidos es el país en el que más legisladores, fuera de México, estudiaron: 27, frente a 15 en España, 8 en Reino Unido, 4 en Francia, y 1 en Argentina, Venezuela y Bulgaria. La universidad extranjera con más egresados pertenecientes al actual Congreso es la Université Paris-Sorbonne en Francia, en la que 4 legisladores estudiaron, seguida de la Universidad Carlos III de Madrid en España, también con 4, y las universidades de Harvard, de Columbia y Georgetown en Estados Unidos, con 3 cada una.[9]

En la rama ejecutiva la situación no es diferente. Enrique Peña Nieto es licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana y, de acuerdo al sitio de presidencia,[10] tiene una maestría en Administración por el ITESM. De los 16 secretarios de Estado que componen el gabinete presidencial, 7 cuentan con licenciatura, 5 con maestría, 1 con estudios doctorales y 3 con doctorados. 5 de ellos cursaron la licenciatura en la UNAM, 2 en la Universidad Iberoamericana y 2 en el ITAM.[11]

En la misma sintonía, de los 31 gobernadores y el jefe de gobierno del Distrito Federal, 5 tienen doctorado (los gobernadores del Estado de México y Puebla y los recién nombrados gobernadores de Michoacán y Guerrero, que de hecho provienen de la academia, así como el jefe de gobierno del DF), 2 cuentan con maestría (los gobernadores de Guanajuato y Querétaro), 24 con licenciatura y el gobernador de Nayarit cuenta con estudios superiores, pero no se ha titulado.[12]

Lo anterior no quiere decir que los legisladores o políticos en general sean más o menos eficientes en su trabajo por el nivel de estudios con el que cuentan o la universidad de la cual provienen; la historia nos ha enseñado que hay políticos con doctorados que no cumplen con las expectativas, y políticos sin ningún nivel de estudios formales que hacen bien su trabajo. Quizá por ello haya quienes gustan de señalar que la política no es un campo de conocimientos científicos, sino un arte, que está más ligado a la forma en que se administran y maximizan los recursos que al conocimiento que se tenga sobre las bases teóricas de diversas disciplinas.

No existe una profesión que sea mejor para el ejercicio de la política, ya que ésta está presente en todos los aspectos de nuestras vidas y, por ende, se relaciona con todas las carreras universitarias. Aceptar que existe una formación académica, como señala el profesor de la Universidad de Miami George González, sería «violar los principios básicos de la democracia».[13] A pesar de lo anterior, no falta quien se presenta como un político más preparado por el tipo de educación que recibió. Así, en las pasadas elecciones presidenciales en los Estados Unidos, Mitt Romney aseguraba ser la persona más calificada para asumir la presidencia de ese país pues –agregaba‒ su carrera en los negocios le permitía tener las bases para arreglar la economía.[14]

A pesar de lo anterior, podemos afirmar que existe una mayor cercanía entre las ciencias sociales y los políticos profesionales que entre éstos y las ciencias naturales. No sin extrañeza, alguna vez escuché en un restaurante a un joven preguntarle a quien asumí que era su madre en qué podría trabajar alguien que estudiara ciencia política, a lo que la señora contestó: «obviamente en los partidos políticos». Aunque es un error común, cabe aclarar que los egresados de esta carrera son politólogos, científicos sociales dedicados al estudio de la organización de la sociedad, a la política en su sentido más amplio, más no son universitarios formados con propósitos electorales o como futuros cuadros de los partidos políticos. De hecho, hay un número mayor de egresados de la carrera de derecho en la vida política electoral que de politólogos.

En la investigación de Sin Embargo anteriormente señalada, se destaca que el 26. 8 % de la Cámara de Diputados (134 legisladores) cursó la carrera de derecho; le siguen las ingenierías con 45 diputados, administración con 38, las carreras relativas al ámbito educativo con 38 también, contabilidad con 37, economía con 18, medicina con 12, ciencia política con 11, al igual que ciencias de la comunicación y relaciones internacionales; en último lugar destacan arquitectura con 7, psicología con 5, filosofía con 3, literatura con 2 y artes plásticas con 1. En el caso del Senado, predomina nuevamente derecho con 43 representantes, los contadores son 13, los economistas son 11, los administradores 10, los politólogos 7 y los profesores 6, por último están los médicos y comunicólogos con 5 cada uno y los ingenieros con 4.[15]

En el plano ejecutivo la situación no es muy diferente. De los cuatro candidatos a la presidencia de México en 2012 sólo uno de ellos no era licenciado de alguna carrera de las ciencias sociales: Gabriel Quadri era ingeniero civil por la Universidad Iberoamericana, aunque contaba con una maestría y un doctorado en economía por la Universidad de Texas. Por otra parte, Josefina Vázquez Mota estudió economía en la Universidad Iberoamericana y Andrés Manuel López Obrador, ciencia política en la UNAM, el único candidato, de hecho, que provenía de una universidad pública.

Al estudiar el gabinete podemos concluir que de los 16 titulares de las secretarías de Estado, 7 son egresados de derecho, 5 de economía, la secretaria de Salud es egresada de Medicina, los secretarios de la Defensa Nacional y la Marina son egresados del Colegio de Defensa Nacional y la Escuela Naval Militar, respectivamente, y el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales es ingeniero industrial, aunque cuenta con una maestría en economía. De ellos 5 son egresados de la UNAM, 2 del ITAM, 2 de la Iberoamericana. En total, 10 de los secretarios estudiaron en instituciones públicas y 6 en privadas.[16] Si tuviéramos que reducir la formación académica del gabinete presidencial a una frase, podríamos decir que es, en su mayoría, un híbrido de abogados de la UNAM y economistas del ITAM.

De los 32 jefes de los ejecutivos locales que componen la federación: 14 estudiaron derecho, 4 economía, 4 administración de empresas, 3 contaduría, 3 ingeniería (en distintas ramas: industrial, civil y agronómica), 1 medicina, 1 sociología, 1 ciencia política y 1 ciencias físico-matemáticas;[17] de ellos, 7 estudiaron, ya sea la licenciatura o alguno de sus posgrados, en la UNAM, de forma que esta institución se consagra como la de mayor influencia en los gobiernos locales: 1 de cada 5 gobernadores fue formado en sus aulas.

Como es posible observar, en México no existe una profesión única de la cual surjan los políticos, el espectro es muy amplio y puede ir desde un abogado hasta un médico; sin embargo es posible notar un predominio de los egresados de derecho y economía en la vida política nacional. Pero ¿es esta una realidad única de México? Aparentemente no. Si estudiamos la biografía de los principales mandatarios del mundo veremos un fenómeno muy parecido. Así, de los 19 líderes políticos que integran el G20 (excluyendo a la Unión Europea como un bloque), 6 son egresados de derecho, 5 de economía, 3 de ingeniería (química, electrónica y forestal), 2 de ciencia política y 1 de química (el caso de la canciller alemana Angela Merkel, especialista en química cuántica).

El derecho y la economía reinan entre las formaciones académicas de los presidentes y primeros ministros en la mayoría del mundo, salvo el caso de China, donde los ingenieros desempeñan un papel clave en la política; de esa forma, el actual mandatario Xi Jinping es ingeniero químico, su antecesor Hu Jintao era ingeniero hidráulico y antes que él, Jiang Zemin se recibió como ingeniero industrial.[18] Probablemente esto es así porque en ese país la formación en ingeniería es un asunto importante; se estima que en 2005, se graduaban en China alrededor de 220 000 ingenieros al año, en comparación con Estados Unidos, donde se recibían 60 000; en México 24 000; en Brasil 18 000; y en Argentina 3 000.[19] Oppenheimer agrega que en esa misma fecha la UNAM producía 620 psicólogos al año, pero tan sólo 40 ingenieros petroleros, mismo caso que la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se graduaban 2 400 abogados frente a 240 ingenieros, lo que resulta extraño en dos países con industrias petroleras importantes.[20]

En el continente americano la situación es parecida. De todos los mandatarios de la región, cinco son egresados de derecho (Barack Obama en Estados Unidos, Enrique Peña Nieto en México, Cristina Fernández en Argentina, Dean Barrow en Belice y Juan Orlando Hernández en Honduras), cuatro son economistas (Stephen Harper en Canadá, Juan Manuel Santos en Colombia, Dilma Rousseff en Brasil y Rafael Correa en Ecuador), uno es médico (Michelle Bachelet en Chile), uno es ingeniero (Juan Carlos Varela de Panamá) y algunos no tienen estudios universitarios, como es el caso de José Mujica en Uruguay y Evo Morales en Bolivia.

Si bien en el pasado de la región predominan los militares, en especial en el Cono Sur por las dictaduras de las décadas de 1970 y 1980, en la actualidad hay un predominio de abogados. Así, se estima, como ejemplo, que entre 1810 y 2010, de todos los presidentes que Argentina ha tenido, 30 eran militares y 28 abogados. Más aún, desde el regreso de la democracia a ese país, en 1983, todos los presidentes fueron egresados de derecho (Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rua, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner).[21]

En el México contemporáneo hemos experimentado un fenómeno parecido al argentino. Así, de los 14 presidentes que hemos tenido entre 1934 y el 2014, ocho han sido abogados, dos economistas, dos militares, uno contador y uno egresado de administración de empresas.

Como hemos visto en las anteriores líneas, la política profesional no es monopolio de una o dos carreras. Si bien podemos observar un predominio de abogados y economistas en la actualidad, es posible encontrar egresados de todas las carreras, e incluso a quienes no cuentan con estudios formales de ningún tipo.

Las líneas anteriores no pretenden demeritar a ningún político por su grado de estudios, carrera o escuela de procedencia, sino señalar que la educación es importante, no como un cúmulo de méritos y medallas que presumir en un currículum, sino como una herramienta para sensibilizar a las personas sobre la realidad en la que viven, abrir su mente a la imaginación política que tanta falta nos hace en estos momentos e incentivar que los políticos enriquezcan el diálogo plural desde diversos frentes, pues, finalmente, un político que escribe y no lee es también un político que habla pero no escucha.

Mafalda

Joaquín Salvador Quino, Mafalda, No. 9, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, Argentina, 1973.

Mientras no llegue el día en que tengamos una carrera de presidente, como señala Miguelito en la tira cómica de Mafalda, podemos apostar porque la academia y la política se encuentren y reencuentren en sus formas y contenidos todo el tiempo, pues, finalmente, un político puede y –en aras de fortalecer la democracia– debe provenir de cualquier lugar.

 

 

 

NOTAS

[1] Ratatouille, Brad Bird (dir.), Pixar Animation Studios, Estados Unidos, 2007. Largometraje.

[2] Juan González Anaya y Miguel Ángel Vargas V., «Los 56 legisladores que no tienen título universitario», en ADN Político, 24 de enero de 2013: http://www.adnpolitico.com/congreso/2013/01/09/los-legisladores-que-no-cuentan-con-un-titulo-universitario [consultado en línea en noviembre de 2014].

[3] Javier Rosiles Salas, «¿En dónde estudiaron los legisladores?», en Sin Embargo, 10 de octubre de 2012: http://www.sinembargo.mx/10-10-2012/386830 [consultado en línea en noviembre de 2014].

[4] Idem.

[5] Idem.

[6] Secretaría de Gobernación, Sistema de Información Legislativa: http://sil.gobernacion.gob.mx/portal [consultado en línea en noviembre de 2014].

[7] Idem.

[8] Javier Rosiles Salas, «¿En dónde estudiaron los legisladores?», op. cit.

[9] Miguel Ángel Vargas V., «Los 55 legisladores que estudiaron en el extranjero», en ADN Político, 5 de febrero de 2013<. http://www.adnpolitico.com/congreso/2013/02/01/los-55-legisladores-que-estudiaron-en-el-extranjero [consultado en línea en noviembre de 2014].

[10] Presidencia de la República: http://www.presidencia.gob.mx/presidencia/presidente/ [consultado en línea en noviembre de 2014].

[11] «Quién es quién: El gabinete de Enrique Peña Nieto», en ADN Político, 30 de noviembre de 2012: http://www.adnpolitico.com/gobierno/2012/11/30/el-gabinete-de-enrique-pena-nieto [consultado en línea en noviembre de 2014].

[12] «¿Qué estudiaron los gobernadores?», en Milenio Digital, 1 de agosto de 2014: http://www.milenio.com/estados/gobernadores_de_Mexico-estudios-jefe_de_Gobierno_0_346165712.html?utm_source=Facebook&utm_medium=Referral&utm_term=Estados&utm_content=Enlace&utm_campaign=Milenio [consultado en línea en noviembre de 2014].

[13] Eulimar Núñez, «¿Existe una profesión ideal para ser presidente?», en BBC Mundo, 26 de mayo de 2012: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/05/120525_presidentes_profesion_ideal_en.shtml [consultado en línea en noviembre de 2014].

[14] Idem.

[15] Javier Rosiles Salas, «¿En dónde estudiaron los legisladores?», op. cit.

[16] «Quién es quién: El gabinete de Enrique Peña Nieto», op. cit.

[17] «¿Qué estudiaron los gobernadores?», op. cit.

[18] «Abogados reinan entre las profesiones de los presidentes», en Terra, 26 de octubre de 2009, en http://economia.terra.com.mx/noticias/noticia.aspx?idNoticia=200910261626_INV_78502133 [consultado en línea en noviembre de 2014].

[19]  Andrés Oppenheimer, «Faltan presidentes ingenieros», en La Nación, 16 de agosto de 2005, en http://www.lanacion.com.ar/730393-faltan-presidentes-ingenieros [consultado en línea en noviembre de 2014].

[20] Idem.

[21] Orlando J. Ferreres, «La profesión de nuestros presidentes», en La Nación, 24 de junio de 2010, en http://www.lanacion.com.ar/1278219-la-profesion-de-nuestros-presidentes [consultado en línea en noviembre de 2014].

 

 

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Héctor Herrera Capetillo (Ciudad de México, 1987). Licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Conductor del programa de radio en internet sobre temas internacionales El Aleph, que se transmite por ComUnica Radio (UNAM), www.elalephradio.org.

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Posted by Revista Cuadrivio

Revista de crítica, creación y divulgación de la ciencia

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