La percepción cultural del Orden Odonata

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Una rama poco conocida de la entomología, ciencia que se especializa en el estudio de los insectos, es la entomología cultural. En este artículo, Karla N. García nos muestra cómo se vincula la simple presencia de uno de estos pequeños seres con numerosas manifestaciones culturales a lo largo del mundo y de la historia: la libélula.

Karla N. García Cabello

 

Por siglos, tal vez milenios, los insectos han sido objeto de observación, admiración, e incluso, fuente de alimento. Es notable su repercusión en las civilizaciones, desde las más antiguas hasta las actuales. La deidad Iztpapalotl, mariposa de obsidiana de Teotihuacan,  representa el alma del guerrero[1] y como ella, diversas representaciones de los insectos han influido en la historia de los pueblos. Interesante es el trabajo de la entomología cultural que se encarga de estudiar la influencia que tienen los insectos sobre el lenguaje, la religión y otras manifestaciones culturales de las poblaciones humanas[2]

Las libélulas, pertenecientes al orden Odonata, son uno de estos grupos de insectos con gran trascendencia para la historia de algunos pueblos. Gracias a su diversa coloración, tamaño y conducta, han dejado huella en numerosas áreas de la actividad humana, como: la mitología, la superstición, la literatura, la música, la pintura, la filatelia y el adorno personal[3]. En la India, por ejemplo, son importantes indicadores de fenómenos meteorológicos, pues la presencia de un gran número de estos insectos indica temporada de lluvia.

Las palabras que se usan para nombrarlos son un buen reflejo de la forma en que las personas de ciertas regiones los perciben. Los pueblos anglosajones los han denominado de diferentes maneras, algunos se refieren a la feminidad, como «mosca señorita» (damselflies) o demoisille (señorita); otros contrastan por su carga de misterio y de malicia, como «mosca dragón» (dragonflies), «aguja del diablo» (devil’s darning needles), «mosquito halcón» (mosquito hawk), «doctor serpiente» (snake doctor)[4] o «bruja del agua» (wasser Hexe). En Suecia les llaman «duende volador», en Francia les dicen «aguja del diablo» (l´aguille du diable)[5]. En pueblos de habla hispana se les nombra «caballitos del diablo», caballetes o «pica caballos»[6], cigarrillos, pipilachas, y turix en la lengua maya[7]. El nombre castellano «libélula» tiene un origen más técnico, proviene del griego libella que hace referencia a la posición de las alas cuando el insecto está en reposo.

La multiplicidad de temas a los que estos nombres hacen referencia se relacionan con la reputación que el orden Odonata ha tenido de acuerdo con la cosmovisión de la época y lugar donde se originan. Muchos de los nombres listados anteriormente hacen alusión al diablo o a la maldad. En Europa del siglo XV, los insectos se asociaban a serpientes y al diablo. En Italia se consideraba que las libélulas habían sido enviadas por Satanás para causar desgracias en el mundo. Incluso en la mitología nahua existe una descripción sobre la forma que adoptó un demonio, la cual es muy parecida a la de una libélula. Fue llamado Tzitzimimen, que significa «flecha de dardo que vuela», y es considerado el demonio del aire. Esta idea de maldad contrasta con la de algunas culturas orientales en donde las libélulas simbolizan fragilidad, o se relacionan con la abundancia por ser benéficas y favorables para los campos de cultivo de arroz[8].

Las libélulas han sido usadas como símbolos tanto de bondad como de maldad. Puede verse cómo la percepción de estos insectos cambia de una región a otra. Los mitos y leyendas acerca de las libélulas son mayormente contrastantes entre oriente y occidente. En China las libélulas han sido consideradas como símbolo del verano, así como de inestabilidad y debilidad. En Japón, por el contrario, son símbolo de éxito, victoria, felicidad, fuerza y coraje. Cabe resaltar su importante aparición en los haikú, poemas breves de tres o cinco versos. en este tipo de poesía tradicional japonesa además de las luciérnagas y las mariposas, las libélulas conforman una unidad temática coherente en lo que atañe al asombro de la naturaleza.

La libélula se posó

en el bambú que señalaba

la tumba del difunto

(Procedente del trabajo de campo de Lafcadio Hearn)

En una crónica del Japón antiguo, recopilada en el año 720, Nihon Shoki  menciona a las libélulas con el nombre de akitsu. Cuenta que el primer Emperador, Jimmu Tenno, subió a una pequeña montaña en Yamato, miró hacia el suelo y dijo: «La forma de mi país es como una pareja de akitsu». También se describe una anécdota en la que el 21 Emperador, Yuryako Tenno, se encontraba cazando en una llanura en Yoshino. Un tábano se posó en su brazo y le picó. En ese momento bajó una libélula y se deshizo del tábano. El emperador quedó tan satisfecho con tal acción que llamó a la zona: Akitsu-no (Llanura de la Libélula). Supuestamente ahí surgió el antiguo nombre de Japón: Akitsu Shima (Isla de la libélula). A las libélulas se las denominó kachi-mushi  o «insectos victoriosos», pues fueron motivo de adorno en los cascos de los samurái y gorras de soldados.

En las culturas de México prehispánico existen muchas alegorías al orden Odonata. Por un lado, el pueblo teotihuacano lo consideró símbolo de la pureza del agua, apareciendo en el arte pictórico dentro del Tlalocan, paraíso del dios Tláloc. En la escena se observa al dios Tláloc en un lugar de cantos, juegos y deleites acuáticos entre mariposas y libélulas que revolotean a la orilla de ríos turbulentos bordeados de arbustos de cacao, flores y plantas de maíz. Por otro lado, los mexicas las relacionaban con entes malignos. En una descripción virreinal de la mitología náhuatl se hace referencia a las libélulas «como uno de los demonios, Tzitzimime, quien adoptó la forma de insecto» y que en forma adulta tienen garras y dientes protuberantes como una reminiscencia del cipactli o «monstruo de la tierra»[9].

La etnia maya de los mopanes cuenta que las libélulas ayudaron al sol a guardar en 13 troncos huecos los trozos rotos de la luna, la cual fue descuartizada por un rayo. Cuando los troncos fueron abiertos por un perro surgieron sobre el mundo todos los animales nocivos como las serpientes[10].

El pueblo Tzotzil en Chiapas aprecia las libélulas por sus dones curativos. Suelen pasar tres de estos odonatos por la boca de los niños cuando babean y se dice que así los pequeños no vuelven a salivar en exceso[11].

En Quintana Roo el Sambay macho o Dzabay, uno de los bailes más característicos legado por los prehispánicos de la zona, representa la exhibición de vuelo especial que hace la libélula macho para cortejar a la hembra[12].

Las interpretaciones que las culturas dan a estos insectos podrían resultar muy dispares de una región del mundo a otra. Lo que es notablemente constante en la historia de estas culturas es la clara relación de éste grupo de insectos a ambientes acuáticos, lo que ha beneficiado a la ciencia ya que ha brindado un aporte de suma importancia para tomar al género como un indicador biológico y ecológico. Su papel como organismos predadores asociados a ecosistemas acuáticos influye en los problemas de conservación que presentan, ya que los hábitats adecuados para los odonatos se están perdiendo o degradando críticamente en todo el mundo de forma acelerada[13]. Resulta crucial la protección de estos ambientes, y se pone de manifiesto que su relevancia no es simplemente ecológica, sino que afecta también las esferas social y cultural de la historia de la humanidad.

Otras referencias

P. S. Corbet, «Biology of odonata», en Annual Review of Entomology25 (1),1980, pp. 189-217.

Vicente Haya, Libélulas, luciérnagas y mariposas: 39 haikús japoneses, Institut Francais de Recherche. Estudios de Asia y África, México, volumen 39, número 3, 2004, pp. 711-723.

W. J. Lucas, British Dragonflies (Odonata), London, Upcott Gill, 1900. [e-book]. Obtenido en http://www.biodiversitylibrary.org/item/33405#page/7/mode/1up

British Dragonfly Society, «Working to conserve dragonflies and their wetland habitats», BDS, 2011. Obtenido en http://www.british-dragonflies.org.uk/

NOTAS


[1] E. Noguera, «Representación de invertebrados en culturas prehispánicas», en Anales de Antropología Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, 1977, año 14, número127, p.153.

[2] L.C. Hogue, «Cultural entomology», en Annual Review of entomology, 1987, número 32, pp. 182-199.

[3] M.J. Lucas, Spinning Jenny and Devil’s darning needle, Jill Lucas, Huddersfield, 2002.

[4] B.E. Montgomery, «Why snafeeder? why Dragonfly?; some random observations on etymological entomology», Proceedings of the Indiana Academy of Science, 1972, número 82, pp. 235-241; y M.J. Westfall, Odonata in. An introduction to the study of acuatic insects of Noth America. 2nd edition, USA, 1984, pp. 126-176.

[5] M. Peterson, «European Dragonfly Folklore», s.f., obtenido en http://home9.swipnet.se/w-90582/dragonfly/folklore.html

[6] F. Toledo, Los seres vivos de la creación, Madrid, Nuevo Mundo, 1968.

[7] Novelo, et al., «Los odonatos del estado de Quintana Roo», en Folia Entomológica Mexicana, México, 1988, número 74, pp.13-68.

[8] J.A., Lara-Vázquez y M. del P. Villeda-Callejas. «Odonatos en la manifestación cultural de los pueblos», en Revista Chapingo. Serie ciencias forestales y del ambiente, julio-diciembre, año/vol 8, número 2.

[9] L. Spence, «The Gods of Mexico», London, Unwin Language, 1923.

[10] Ídem.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] P.P. Corbet, Dragonies, Behaviour and Ecology of Odonata. Harley Books, Colchester, 1999.

_______________

Karla Natividad García Cabello (1988, Ciudad de México) Actualmente es estudiante de biología. Siempre ha tenido fascinación por la vida y sus curiosidades. Su familia la consiedera la «rara», pero qué sería de un científico si no fuese de esa manera. También se dedica a actividades deportivas.

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1 comentario

  1. Jorge

    agosto 1, 2011 at 6:06 am

    Uno de los libros que he leido con más placer es el de Insectos y poesía de Lafcadio Hearn. Estudié letras hispánicas y ahora mismo estoy iniciando un proyecto cultural con insectos, y una bióloga podría aportar mucho. Me gustaría ponerme en contacto con Karen. Mi correo es jcomensal@gmail.com.

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