Wednesday, 21st May 2014

Comida de ángeles

Publicado el 29. dic, 2013 por en Cuento, Literatura

Que Amor, ese ser ligero, se ahogue si se hundiera.

La comedia de errores

 

 

 

Marina Warner

 

 

 

Anglia Oriental, 183-

 

LUCY: Meg estuvo aquí la última vez que recogimos patatas; nadie fue a la escuela esa semana, la maestra dio permiso porque se necesita a todos en ese tiempo. Estaba muy cerca de mí, no tenía medias y vi sus piernas hasta arriba cuando se agachó. Es gorda y sus piernas son gordas también, blancas y grises y güangas, como burbujas en la tina después de la colada. Y no se veía como si tuviera frío, aunque la tierra estaba dura con el invierno que venía; es por eso que todos tuvimos que ir a ayudar para que la cosecha no se echara a perder, se helara y las papas se volvieran suaves, eso decía Pa. Vi su parte de abajo también: había levantado su falda como si prefiriera mancharse ella, no su ropa; tenía cabello ahí, yo lo vi, como otra cara como sonriendo como no-sonriente, enseñando sus encías, y con una barba como rala. Mamá dice que no sabía lo que estaba haciendo, que Dios la ayude, que es simple, por eso es que tuvo al bebé, pero yo sé que se comió las papas. Las papas te hacen pesada y gorda y cuando hay mucho peso y grasa tiene que salir de ti en forma de –

 AGNES: Soy casi tan grande como Lucy, aunque soy dos años y un cuarto más joven y puedo columpiarme de su rama favorita tanto como ella. A veces me da miedo pero es una sensación buena, como cosquillas, arriba y debajo de mis brazos y mi espalda. Cruje cuando Lucy se columpia, se columpia muy fuerte. Y entonces te sueltas y ¡whuush! vuelas por el aire y aterrizas de cola. Lucy me enseñó cómo, hizo que tomara heno del henil para aterrizar en él, dijo que nadie me iba a detener, es valiente. Sabe cosas, dice que me va a contar.

 ABIGAIL PERSIS: Nuestra Lucy es una niña curiosa, de corazón duro tal vez, aunque chilla como cordero recién nacido por ciertas cosas (no puedes freír un par de buenos riñones frescos sin que se medio ahogue y parezca que va a vomitar). Se negó –y sin un con-su-permiso siquiera– a ir a ver al nuevo bebé. Aunque le dije que Dios tiene Su plan, aunque la razón esté escondida a los ojos humanos; debemos aceptarnos y amarnos mutuamente como Él nos amó. Agnes tomó a Lucy de la mano y la jaló con nosotros, pero aun así, Lucy se arrastró y no quiso ir. Dijo que no tenía puestas las botas. Hizo una excusa tras otra. Me da pena decirlo, pero creo que es mojigata y severa. No son maneras de ser en este valle de lágrimas. Todos somos pecadores, le recuerdo. Le digo que tenemos que aceptar a todas las creaturas de Dios, cojas y torcidas, sordas y mudas, porque, como dijo el Señor, «Los poderosos serán derribados». Son los simples los que van a entrar al reino, cuando todos nuestros superiores se vayan a ese otro lugar y se asen.

Esa pobre Meg es tonta, ¿quién sabe quién la puso a hacer familia? (Aunque tengo mis ideas.) Y pensar que nadie notó nada hasta que empezaron los dolores de parto y estaba ella en el piso de la cocina agarrándose el estómago y llorando. Entonces, y sólo entonces, se dio cuenta su madre. Uno pensaría que tendría ojos para la condición de su hija. Supongo que pensó que Meg estaría a salvo de las atenciones del sexo galante –ha de ser tonta también, pero con diferencia– siendo ella tan fea y de cabeza suave como rábano podrido. Meg todavía no entendía lo que le estaba pasando, me dijo su madre, aun cuando el bebé estaba fuera a medias. Pero parecía estar contenta. Canturréandole y diciéndole: «Qué hermoso niño eres, eres». Su madre se veía encantada de tener otro bebé en la casa, su primer nieto, podrías decir, de cierta forma. Es maternal, lo va a cuidar, y en caridad cristiana uno debe agradecerle al Señor por lo despreocupado de esta familia. Esa pobre niña idiota podría haber matado al bebé por ignorancia, si no por otros medios. Pero bueno, la ignorancia es inocencia y la inocencia es de Dios. Pero la gente va a hablar, y como digo, yo tengo mis ideas.

SR. LONGWORTH, Miembro del Colegio Real de Cirujanos: ¿En qué términos podemos describir o explicar la materia viva? Cuando observamos la reacción de dos químicos introducidos en un tubo de ensayo, ¿observamos vida? No, meramente la agencia de una substancia sobre otra. ¿Qué decimos cuando los mismos químicos, residentes en el organismo llamado humano, reaccionan de la misma forma? ¿Es su actividad carente de vida, aun si el cuerpo que habitan vive y respira gracias a estos mismos agentes y reacciones? ¿Qué diferencia puede determinarse entre las acciones del oxígeno en la sangre al pasar por el corazón y la acción del oxígeno en materia inerte? No, algún otro principio diferencia la vida del hombre de la materia inanimada.

Algunos hombres de ciencia han propuesto que el principio vital es semejante a la electricidad; otros, que es líquido, demasiado sutil para ser observado o identificado. Pero yo prefiero asemejar este principio vital al magnetismo, que aparenta animar una barra de hierro sin formar ni alterar ninguna de sus partes. Así, la barra de hierro puede ser considerada como materia animal sin vida… A pesar de que, cuando suene la última trompeta, San Miguel pesará las almas en la báscula, yo le propongo que el espíritu de la vida es inherente al cuerpo de forma inmaterial, que el alma no puede ser pesada. Es vida, y la vida no posee substancia.

La vida es liviana; el alma es liviana; la imagen divina es encontrada en liviandad.

LUCY: Después de la escuela, un día, íbamos de regreso por el camino y pasamos por debajo del cerco donde había un agujero hacia el jardín de la parroquia, y Meg nos siguió y la jalamos de un lado y la empujamos del otro y se estaba riendo toda tonta y feliz, aunque se rasguñó por las espinas, porque no sabía cómo poner los brazos a sus lados, y lamió la sangre y dijo que le gustaba el sabor, que era como espinaca. Entonces Jude dijo «déjame probar» y ella apretó sus raspones hasta que cuentas de sangre aparecieron y él pasó su lengua por encima. Estaba soleado y había llovido un poco y las gotas brillaban en las hojas de las verduras de la Sra. Carstairs, que crecían en filas en el jardín del párroco, y algunos de nosotros jalamos las zanahorias y nos las comimos con todo y tierra; yo no, no tenía hambre. Entonces Jude vio una oruga enroscándose y desenroscándose en el rocío de una hoja de espinaca. Llama a Meg: «Mira, una oruga jugosita se está comiendo la espinaca». Jude estaba haciendo ruidos, lamiéndose los labios, y después estaba recogiendo la oruga y haciendo como si la fuera a poner en su boca, sus ojos bailaban y la sostenía para tentarla. Yo le seguí el chiste, me estaba riendo también. Dije: «Yum, yum, Meg, nada mejor que una rica oruga»; y ella dijo: «Dame, dame, yo también quiero probar». Es tan golosa que comería lo que fuera, y lo hizo, se la quitó a Jude. Yo la azuzaba –con los otros, no lo habría hecho sola– mientras la masticaba, moviendo las mandíbulas como si fuera pastel. Y ni siquiera escupió nada. No, ya que se había tragado toda se rió y dijo que no sabía como espinaca ni como sangre. Todavía se veía toda contenta de gusto. Entonces salimos corriendo y no nos pudo alcanzar, porque podemos correr mucho más rápido que ella.

SR. PERSIS: El párroco dio un buen sermón hoy: «Echa tu pan a las aguas», dijo, «pues lo has de encontrar después de varios días». El Señor en Su saber verá que regrese a ti, multiplicado, en mayores cantidades que antes. «No sean hombres de poca fe», dijo. Yo tengo fe. Yo sé que el Señor vela por mí y por mi casa, y por mi esposa y mis hijas.

AGNES: Lucy pone su cena en sus bragas cuando mamá no está viendo. Cuando la vi, apretó los dientes y me dijo que estuviera callada, así que no dije, a nadie, y prometí que no lo contaría.

ABIGAIL PERSIS: El Sr. Persis está leyendo Revelaciones de amor divino, de una cierta dama de los viejos tiempos, la llama Dama Julián, y dice que Julián era un nombre de mujer en esos tiempos. El párroco le prestó el libro y está muy apegado a él. Ella vivió cerca de aquí, es de los nuestros –dice él–, nuestra madre, dice. Por decirlo así. Vivió tras una pared por años y años, ocupada en nada más que oraciones y el amor a Dios, y nadie más que ángeles y Dios por compañía. Era un alma en dicha, dice. En la tierra. No es mi idea de una vida feliz, pero no me gusta contradecir al Sr. Persis en estos asuntos y supongo que los santos no pueden ser juzgados por nuestras luces. El dueño ha pedido al Sr. Persis que visite a la pobre de Meg y que le de media guinea para el bebé –amable de su parte. (No hizo lo mismo por nosotros cuando nació Agnes, pero viendo que el Sr. Persis es su representante, y bien pagado por ello, supongo que considera que no había necesidad. Pero igualmente, quiero decir.) El dueño andaba malgastando el tiempo en el camino, me parecía; le estaba preguntando a mi Caleb acerca del Sr. Carstairs, ese es el Sr. Persis (le gusta que le llame así, como lo hace la aristocracia). El dueño preguntaba por el párroco, si estaba bien de salud. Me dio gusto que hubiera quitado la cruz que el Sr. Persis había puesto sobre la estufa de la cocina. Creo que al dueño no le gusta que su párroco tenga tanto «entusiasmo» –ésa fue la palabra que usó. «Todo este entusiasmo», dijo. «¿Qué piensa usted de eso, Sr. Persis, eh?». Ni quien pensara ya en Meg y el bebé. Le va a llamar Abel. Es un buen nombre.

LUCY: Agnes le dijo a Pa que no como, aunque le dije que no lo contara y le pellizqué la piel en el brazo aquí y allá hasta que quemara para hacer que prometiera que no iba a contarlo. Dijo que se le salió sin querer, porque él estaba hablando de Dama Julián y de cómo ella no necesitaba la basura vana de este mundo, sólo brillaba con el amor de Dios y como una flama daba luz. Por eso Pa vino y me hizo preguntas. No dije nada de Meg y su bebé.

AGNES: No conté de Lucy metiéndose el dedo hasta la garganta al fin del jardín. Tose como Gatita cuando tiene bolas de pelo.

MR. PERSIS: He oído de milagros semejantes y el Reverendo Carstairs está de acuerdo. Entre los santos, dice, la condición de «iniciación sagrada» es llamada maravillosa –mirabilis. Nuestra Lucy ha sido elegida. Es un signo de la providencia especial de Dios. He escrito una carta al periódico del pueblo para hacer correr la buena nueva de que el Señor ha elegido bendecir esta casa. ¡Y no sólo esta casa! También nuestro escueto pantanal, donde alguna vez los orgullosos hombres de la Mancomunidad cometieron atropellos incomprensibles contra la verdadera comunidad de los santos. Su progenie, que llaman a sus blasfemias Disidencia, ahora continúa con el trabajo del enemigo en nuestro tiempo. ¡Mi carta hará entender a los lectores las falsedades que predican; con nuestra maravillosa Lucy como testigo!

ABIGAIL PERSIS: Mi Lucy es piel y huesos y se sienta a la mesa negándose a una buena sopa de centeno y pan caliente, y cuando la intento convencer –no la obligo– el Sr. Persis me pone una mano en el brazo y me dice: «Sra. Persis, el Señor vela por nosotros. Déjela en paz». El párroco vino de visita también y se retiraron solos al camino para hablar ahí. Ni siquiera quisieron quedarse en el calor lejos de los vientos primaverales de los pantanos, que pueden atravesar las ropas de trabajo incluso cuando las he aceitado y encerado. Pero el Sr. Persis estaba todo alterado con emoción, dice que nuestra Lucy es una chica especial con la marca de lo sagrado en ella.

SR. PERSIS: Los campesinos viven como cerdos en pocilga, mas no debemos aborrecerlos, sino ver en ellos la imagen de nuestros pecados y reprocharnos a nosotros mismos por las ignominias que en ellos observamos. Sí, verdaderamente, como dijo el Señor: «Perdónalos, que no saben lo que hacen». Hermanos y hermanas, madres e hijos, padres e hijas gravemente se acuestan juntos en mugre y aire sofocante. La humanidad no es como el ganado, no puedes criar pura sangres a partir de una línea única. No, en vez de eso la maldición de estupidez pasa de Meg a Meg… ¡Ah! He prevenido a mis hijas de la corrupción y peligros de este mundo, del demonio del medio día y de los que caminan por la noche.

«De todo mal e iniquidad; del pecado; de las astucias y asaltos del diablo; y de la condenación eterna,

Líbranos, buen Señor.

De toda ceguedad de corazón; de soberbia, vanagloria e hipocresía; de envidia, odio y mala voluntad; y de toda falta de caridad,

Líbranos, buen Señor.

De toda afección desordenada y pecaminosa; y de todos los engaños del mundo, del demonio y de la carne,

Líbranos, buen Señor».

Oh, nuestras súplicas eran honradas cuando las recitábamos juntos hasta ser consolados. La cara de Lucy brillaba mientras repetía las palabras conmigo, la luz de Dios parecía a veces realmente brillar en su semblante y sus extremidades. Pienso a veces que tal vez es de verdad un ángel venido ante nos a salvarnos de la corrupción que nos enfanga alrededor. La Dama Julián aprendió del Señor: «El Pecado es ventajoso, peo todo estará bien y todo estará bien y todo tipo de cosas estarán bien» a través del amor divino que cursa nuestro ser. Amén.

LUCY: A veces me sentía tentada, que era malo, y entonces tenía que comer y bajaba las escaleras y los dedos del viento estaban trabajando la puerta y las ventanas en la oscuridad de la noche, y tenía que cazar; me sentía como uno de esos horribles búhos pesados afuera, cayendo a la tierra de pronto para atrapar carne. Pero lo vomitaba todo antes de que la carne me pudiera hacer pesar y ahora no tengo peso; es un sentimiento no puedo expresar –es ligero, a través de mí y alrededor de mí siento que podría flotar suave como una semilla de diente de león hacia el sol cuando soplas y todos los molinetes se levantan hacia la luz…

ABIGAL PERSIS: No sé, en serio que no sé. No me hace sentido que una niña en pleno crecer se siente y se siente y sonría y sonría y no tenga energía para nada. Va a desaparecer, está más allá de mi entendimiento. El doctor vino –el Sr. Persis se molestó bastante cuando lo traje– pero el doctor dice que el párroco y el Sr. Persis tienen razón, que es un milagro que mi Lucy pueda vivir de aire así. Me va a matar, yo sé; la veo desaparecer frente a mis ojos y viéndose contenta, como si fuera una jovencita enamorada, es más de lo que puede aguantar la carne y la sangre, Dios bien sabe. ¿Pero qué puedo hacer? Es tan difícil decirle al Sr. Persis, está tan distraído. He tenido que comprar más té del que bebemos en un mes de puros domingos y que cocer suficiente pan para mantenernos por semanas, y ya no hay. No voy a ofrecer ya mermelada porque no hay fruta todavía y el azúcar sale muy cara. Pero cuando hablo de eso, el Sr. Persis dice: «Echa tu pan a las aguas». Pues aventaré mi pan al agua, con la cajita de donaciones en la puerta para mirones y buscones de mi Lucy.

DR. MEDLINCOTT, Miembro del Colegio Real de Médicos: Algunas opiniones entendidas afirmarían que, dado que el principio vital no puede ser removido de un organismo animado por medio de la navaja de disección y expuesto en la mesa del cirujano, es necesario que haya una explicación del mundo de los espíritus. Esta tribu de animistas afirmaría que todos los poderes de naturaleza inorgánica han sido invocados en vano y que, consecuentemente, han de mantener que el alma es el único sustento de la vida. Pero tan caprichoso y vacío silogismo sólo profundizará los males en que hoy las ciencias modernas de la medicina y la biología fallan. No podemos esperar descubrir la verdadera relación de las cosas sino hasta que nos levantemos suficientemente alto para inspeccionar todo el campo científico y observar las conexiones de las partes varias y su influencia mutua. No puede haber vida separada de la materia; no puede existir un principio vital que no sea inherente a los procesos naturales. Los límites de nuestra ignorancia presente impiden a nuestro entendimiento el entender estas conexiones, pero han de existir.

Lo habré de demostrar; habré de proporcionar pruebas.

SR. PERSIS: El párroco ha traído de visita a nuestra querida Lucy a un tal Sr. Longworth de la Universidad que está muy interesado en observarla. Hay herejías abominables alrededor: me informan que niega la vida del alma y, por lo mismo (aunque apenas puedo obligarme a pensar en ello), al Señor mismo y su providencia que para cada uno de nosotros ha creado en su sabiduría. Nuestra Lucy trae a la tierra a los santos de antaño: una niña que no ha conocido mal es un espíritu inmaculado. Vive como un ángel sin sustento de este mundo –

LUCY: Algunos de mis visitantes quieren tocarme, pero mi piel está ardiendo con la luz y me duele donde su carne toca la mía, como una astilla encendida cuando Pa la pone sobre las flamas antes de prender su pipa. Ahora descanso en cama, en el piso de arriba junto a la ventana y puedo mirar la luz ahí. El borde de la tierra brilla también, mucho más brillante de lo que lo había visto antes; se siente como si su piel estuviera ardiendo también. Pero todos los cielos materiales se ven oscuros en comparación con el brillo en mí. Los visitantes me dejan regalos y mensajes –Agnes viene después de que todos se han ido y me los enseña, pero dejo que se los quede; a mis ojos, las cosas de este mundo son como gusanos y orugas. El párroco dice que es maravilloso cómo no tengo deseo por la basura y escoria de este mundo –.

DR. MENDLINCOTT: He asistido a este nuevo reporte de aún otra Niña Ayunadora –y en verdad, esta Lucy Persis que visité expeditamente parece efectivamente vivir sin tomar comida o bebida. Pero esto va contra las leyes naturales (que son unas mismas con el Creador) y debe haber subterfugio, en el cual ha de ser instigada por su familia o los aldeanos. Pronto lo descubriremos. Yo insto a que una guardia de veinticuatro horas sea puesta en el cuarto de la jovencita, y que nadie más que enfermeras acreditadas y aprobadas por hombres de ciencia sean permitidas. Pronto veremos volver su apetito y rechazaremos estas tontas nociones acerca de la vitalidad del alma independiente del cuerpo. Entonces tendremos nuestra prueba.

MR. LONGWORTH: He examinado a la familia entera y revisado el asunto con el párroco también. El Sr. Carstairs ha conocido a la joven Lucy Persis desde que nació –él estuvo a cargo de su bautizo– y puedo garantizar, con su beneplácito, que los padres son buenas personas, que él es un sirviente leal y diligente del hombre que lo emplea como representante de su propiedad, y un hombre de piedad indisputable y moral recta; ella es una buena esposa, que si bien muestra menos agudeza y convicción que su esposo, está pronta a seguirlo y obedecer sus deseos, como corresponde a una compañera. Las hijas han sido educadas de forma estricta y no se ahorró disciplina para moldear sus espíritus a las formas cristianas, me dijo el Sr. Persis. Lucy es una jovencita devota, que ha sido elegida por Dios para su propósito de misterioso. Brillará con el resplandor de Su gracia bajo la guardia que el Dr. Medlincott desea imponer para probar su veracidad. Yo confío en el Señor: con Su ayuda expondremos las blasfemias que el Dr. Medlincott juzga conveniente proclamar para su vergüenza y para mala fama de la ciencia

DR. MEDLINCOTT: Me deben permitir alimentarla por medio de un tubo de alimentación o la jovencita no vivirá. Está flaqueando. Ha estado 36 horas sin comida ni agua y sus extremidades ya están frías, su pulso es débil. Está endeble, debilitada por la auto-inanición de estos últimos meses, y la vigilancia en que la mantenemos le previene acceder a los medios de sustento que hubiera usado antes. Debe permitírsele que vuelva a lo que sea que usaba, o no podré garantizar su sobrevivencia.

SR. PERSIS: Duda e incredulidad, terquedad y orgullo –¡los pecados de Lucifer son cometidos por estos hombres que reniegan del alma!

AGNES: Solía dormir con Lucy en nuestro cuarto y a veces, cuando tenía mucho frío, me pedía que fuera a calentarla un poco. Sus huesos eran todos puntiagudos, era como un atado de navajas. Ahora duermo con mamá y Pa: mamá gime mucho y sacude la cama y Pa no viene hasta muy tarde. Lo oigo rezando fuerte por Lucy y dando gracias por que el Señor haya marcado esta casa con una marca especial; ésa es Lucy –

LUCY: Vi a Meg y a su bebé por la ventana. Lo estaba sosteniendo en el camino y apuntando hacia aquí. Pude ver su cara blanca rechoncha justo como la de ella, como si los dos estuvieran hechos de manteca, y me alejé rápido de la ventana para que ella no pudiera tocarme con sus ojos.

ABIGAIL PERSIS: Los doctores quieren llevársela –al menos ese Dr. Mendlincott quiere–, pero no puedo permitir que un montón de extraños lejos de casa piquen y hurguen a nuestra Lucy. No, dije; si va a examinar a mi hija puede hacerlo en su cama en la presencia de su familia. Me ruega que la haga comer algo, pero le digo que ni con halagos ni con regaños ni con ninguna forma de persuadir se puede lograr un cambio en su decisión –si se habla de su ayuno sólo se hace más obstinada. El Sr. Persis dice que ella tiene la fuerza de mártires en la arena –una gracia más allá del conocimiento humano.

SR. PERSIS: Quieren hacer que nuestra Lucy coma, pero yo les dije que no podrán lograrlo sin hacerle un agujero. No permitiré que nadie se la lleve y le hagan agujeros. Prevenir este atropello contra la providencia de Dios es mi deber ineludible hacia mi hija.

LUCY: ¡Luz luz luz luz luz! ¡Penetrándome como la cara del sol como el destello del barro después de la lluvia como el ojo de la vela como los cuerpos de los ángeles en la escalera estoy flotando hacia arriba arriba arriba arriba a las nubes de gloria donde ahí habrá transparencia y más liviandad, más más!

DR. MENDILCOTT: El reporte del forense encuentra huellas de materia fecal en los intestinos inferiores; después, desde la axila hasta el seno izquierdo, una hendidura poco profunda, marcada por un moretón parejo en forma semejante a un frasco; las extremidades inferiores atrofiadas por la falta de uso, y el cadáver en sí demacrado, dada la negativa del paciente a aceptar comida. La última vez que la paciente fue sacada de su cama para pesarla resultó de unos 34 kilos. El tiempo de muerte fue dado el jueves 23 de abril cuando su pulso, que había estado verdaderamente débil por 36 horas, finalmente se detuvo. Yo aquí afirmo, Sr. Longworth, que el moretón y la hendidura bajo su brazo fueron causados por un objeto presionado con fuerza contra la carne por un periodo de tiempo prolongado, un objeto semejante a una mamila por ejemplo, del cual bebía clandestinamente para acallar su sed. De los rastros de materia fecal, hablan por sí mismos. Lamento la muerte de la joven y el entusiasmo de su padre y de otros que contribuyeron a su locura y la confirmaron en sus auto-engaños. Sin embargo, espero que la materialidad del principio vital haya sido demostrado y que usted aceptará este caso como prueba. La vida humana no puede existir sin el cuerpo. No hablo de la inmortalidad del alma –eso es un artículo de fe–; no, hablo en contra de la liviandad, pues la vida es substancia y consustancial con los fenómenos que la ciencia puede observar.

AGNES: Solía enderezar sus almohadas y alisar las sábanas debajo de ella y darle un trago de la botella, porque jadeaba al aire mientras dormía como un pajarito en el nido y era como uno con su piel transparente y sus huesos saliéndose. Y a veces, aunque hubiera gente en el cuarto, le podía dar un beso y pasarle un poco de pan que había masticado yo justo como una mamá pájaro. Así fue como se me ocurrió. Estaba en los ojos de Dios, dijo, pero todavía no podía verlo claramente; sus ojos estaba deslumbrados por toda la luz, dijo. Al final, ya no me dejaban entrar a su cuarto y fue entonces que voló para estar al lado del Señor, dijo Pa. La vio levantarse como la flama de una vela cuando yo ya no podía estar junto a ella.

 

 

 

Traducción de Gabriela Silva Rivero

 

 

 

 

 

 

___________________

Marina Sarah Warner (Londres, 1946) es novelista, historiadora y mitógrafa. Ha publicado más de treinta libros con relación al feminismo y a la mitología, así como dos novelas: The Lost Father Indigo, que fueron nominadas al Booker Prize. Su más reciente trabajo, Stranger Magic: Charmed States and the Arabian Nights ganó el premio Truman Capote para Crítica Literaria, el premio National Book Critics Circle, y el Sheikh Zayed Book Award para obras sobre cultura árabe en lenguas no arábigas. Actualmente enseña en la Universidad de Essex.

 

Gabriela Silva Rivero (Ciudad de México, 1985) estudió Lengua y Literatura Moderna Inglesa en la UNAM, actualmente realiza su posgrado en la Universidad de Essex y es miembro del consejo editorial de Cuadrivio. Su primera novela, Los doce sellos (Ítaca, Ciudad de México) fue publicada en 2009. @huesodeliebre

  • henus in the u.k.
  • Tags: , , , ,

    Deja un comentario

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

    *

    * Copy This Password *

    * Type Or Paste Password Here *

    25.726 Spam Comments Blocked so far by Spam Free Wordpress

    Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>