Friday, 13th December 2013

De moda en moda por los bazares independientes

Publicado el 02. sep, 2012 por en Cuadrivio proteico

Tianguis y puestos de bazar; terciopelo, encaje y vintage. Prendas únicas, ecologismo, caro y barato, apoyo a comunidades indígenas o simplemente conceptos para gente atrevida. Un paseo por los coloridos y multiformes bazares de la moda y el diseño independiente en México.

 

Mitzi Alejandra Vargas Ruiz

 

 

Los percheros metálicos abundan en el lugar; de ellos cuelga ropa elaborada con telas llamativas, colores fluorescentes, encajes o simplemente decoradas con estampados relativos a bicicletas, tablas periódicas o pintura derramada. Los espejos rectangulares se suben y bajan mientras las mujeres, principalmente, se observan frente a ellos, dan la vuelta, hacen muecas con la boca y toman la decisión final: «Me lo llevo. ¿Cuánto es?».

Cada stand se presenta por medio de una lona impresa con la marca y el concepto que manejan. «Arte-objeto de la vida cotidiana», se anuncia en la mesa del fondo. Las personas a cargo, en su mayoría los propios diseñadores, saludan con una sonrisa alcahueta con el fin de convencerte llevar «productos ciento por ciento hechos en México», o bien, «en apoyo a las comunidades indígenas».

Los acentos argentinos, colombianos y «chilangos fresas» se escuchan por todo el lugar mientras se dan precios, tallas o abrazos que celebran un reencuentro.

El Bazar Fusión, un proyecto itinerante que desde hace ocho años se autonombra como el primer bazar de arte y diseño alternativo en la ciudad de México, parece el motivo perfecto para que familias enteras, parejas jóvenes, personas de la tercera edad y adolescentes se reúnan a lucir las prendas más extrañas y llamativas que encuentren en su clóset con el motivo –al parecer– de dejar en claro que ellos gustan del diseño independiente y novedoso.

La línea de gustos es muy diversa. En algún «puesto» las personas se paran asombradas y comienzan a observar con extrañeza las prendas elaboradas con retazos de terciopelo rojo, estampados de vaca y encajes blancos. A simple vista, y desde el nombre de la marca, Acoté, uno se siente transportado a la época renacentista, pero con faldas cortas, chalecos y sombreros que marcarían a la perfección un estilo a la Cristóbal Colón.

A un lado de esta ropa –que parece salida de una extravagante obra teatral– se encuentran Mezcalínea y Cítrico, dos marcas que se basan en telas, colores y diseños con motivos tradicionales mexicanos. Por un lado, vestidos y faldas con flores bordadas parecidas a las que decoran la artesanía huichol y, por el otro, un rosa mexicano convertido en blusa adornada con un listón ondulado color verde limón.

En otra mesa, tres pares de piernas blancas hechas de plástico son los modelos para «el arte en medias» que ofrece María Victoria. Diversas figuras geométricas estampadas en estas delgadas y elásticas telas saltan a la vista, mientras que un grupo de tres jóvenes halaga las piernas de una clienta que porta un modelito de los que se exhiben en la mesa.

 

Democratizando la moda como historia

Los bazares, mercados o tianguis creativos se han ido desarrollando en la ciudad de México desde hace 10 años con la finalidad de ofrecer las prendas que los diseñadores independientes y alternativos elaboran. Por lo general, esta ropa tiene diseños diferentes y un tanto irreverentes en comparación con lo que puede encontrarse en las cadenas comerciales. «Democratizar el diseño ofreciendo piezas únicas a un precio accesible», opina la comunicadora y diseñadora Michelle, quien forma parte del colectivo llamado GoodbyeFolk, una tienda que maneja el concepto de hacer ropa estilo vintage con diseños únicos que se remontan a lo que se usaba en los años veinte.

La tienda completa pareciera un clóset gigante que guarda celosamente ropa, anillos y muebles que pertenecieron a otras épocas. Puede verse a simple vista chamarras de cuero, olanes, telas en colores pastel y armazones grandes que combinan con el papel tapiz floreado, que reafirma esa sensación de antigüedad. Goodbye Folk, ubicado en Colima número 198 en la colonia Roma, ofrece en su boutique ropa que da una apariencia vieja, pero sin llegar a ser antigua, y, que a la vez, siga viéndose actual, asegura Michelle.

Ella considera que el diseño mexicano no está bien difundido ni es bien apreciado por una gran cantidad de público, por lo que los lugares en donde puede conocerse son puntos muy específicos. «A pesar de que nos encontramos en la ciudad en donde se supone hay más oportunidades, sí le hace falta más apoyo y organización por parte de los diseñadores para lograr un mayor alcance», comenta pensativa Michelle.

«Estamos divididos y no podemos lograr una buena comunicación que beneficie al diseño. De igual manera éste no es un estilo que le guste a muchos y somos una minoría los que nos preocupamos por buscar nuevas tendencias que se acoplen a nuestra personalidad», concluye la joven mientras observa los armazones de lentes antiguos que se exhiben en las vitrinas del lugar.

Si bien, como dice Michelle, la moda no es para todos –ya sea por gustos, dinero o forma de vida– lo es cierto es que la moda, a pesar de ser considerada algo efímero y superficial, va marcando la forma en que las sociedades se comportan y transforman expresando sus emociones, pensamientos e ideales a través de la ropa.

El filósofo francés Gilles Lipovetsky, en su libro El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas, considera que para reflexionar sobre la moda se requiere una renuncia a este afán por asimilarla como un principio necesario y universalmente inscrito en el curso del desarrollo de todas las civilizaciones, pero también se debe hacer de ella una constante histórica basada en raíces antropológicas universales.

Goodbyefolk ha tenido éxito por el hecho de que sus clientes –hombres y mujeres que de 16 hasta 50 años– «son personas que tienen un estilo raro y diferente –confiesa Michelle–, y aquí en la tienda vintage encuentran lo que les gusta».

Guillaume Erner, sociólogo francés especializado en sociología del consumo, la moda y las tendencias, afirma en su libro Víctimas de la moda que las estrategias que apuntan a vestirse fuera de los circuitos tradicionales se han multiplicado estos últimos años; además, asegura que el vintage saca una parte de su atractivo de este hastío al exceso de marcas, novedad y publicidad causando que una parte de la clientela prefiera la ropa de segunda mano o la que consigue en mercadillos, ya que para ellos perseguir la última novedad ya no es relevante. Esto confirma que las tendencias, especialmente populares entre los jóvenes, recalcan el hecho de que la moda es, ante todo, una manera de moldear su identidad.

 

Mexicanos al diseño

Con una complexión pequeña que va acompañada de un cabello largo castaño claro y unas dinámicas pecas que adornan sus mejillas blancas, Mónica Vargas, estudiante de Diseño y Publicidad en Moda, considera que México sí tiene un buen futuro en cuanto al diseño por el hecho de que existen buenas propuestas, talento y posibilidades que cada vez gozan de mayor aceptación (lo cual ha sido un camino bastante difícil). Esto se lo atribuye, por una parte, a la cultura mexicana, en la cual la moda se ve como algo ajeno que combina mejor con las sociedades europeas y, por lo tanto, no existe una familiarización. «En México es difícil estudiar esa carrera porque la mayoría de las personas no lo consideran como tal, piensan que eres modista(o)», alega con una mueca de desaprobación.

Mónica estudia en la Universidad Janette Kleinn, ya que cuenta con 25 años de historia en el ámbito de la enseñanza del diseño y publicidad referente a la moda en México, característica que convenció a Mónica para desenvolverse académicamente en este lugar donde, asegura, a los estudiantes sí se les insta a laborar en el país. «Intenta hacer algo aquí antes de irte», trae del recuerdo la frase que trata de explicar con las manos.

Al cuestionarle si compra diseño mexicano contesta con un «no» entre pena y risas. Explica que la razón se debe a que es un sector muy cerrado y costos muy elevados. Por ejemplo, Pink Magnolia, una de sus marcas mexicanas favoritas diseñada por Paola y Pamela Wong, maneja blusas que van desde los 800 pesos a vestidos de más de 10 mil. De igual manera se puede observar en la página http://www.compramodanacional.com/#home que el diseño mexicano aquí expuesto tiene un valor mayor a 500 pesos por prenda, e incluso llegan a existir faldas de 4 mil 500 pesos o más, lo que ocasiona que solamente cierto sector de la población tenga acceso a ella.

La estudiante de diseño asegura que esta ropa sólo es para una clase social alta y que el ambiente es «bastante limitado [y posee un] sector muy selectivo (poca gente conformada por ricos y famosos), y en general es muy hostil el mundo de la moda».

Por estas mismas razones las colonias Roma, Condesa y Polanco son los lugares en donde el diseño se ve más apoyado por dos causas principales: son zonas caras para vivir y tener un negocio, y la mayoría de los jóvenes –quienes son los que predominan en la creación del diseño independiente– pertenece a la clase media, media-alta, y al ser éste un negocio no tan difundido, necesita de muchos recursos propios para subsistir, los cuales generalmente se encuentran en pequeños sectores que tienen suficiente capital para mantener un proyecto que aún en México no es factor grandes ganancias económicas.

En Víctimas de la moda, Guillaume considera que «un creador de moda es un especialista en la diferencia, capaz de traducirla mediante un tejido. Entre los creadores, muchos son individuos pertenecientes a una identidad minoritaria; judíos, homosexuales, mujeres solas y, en la actualidad, jóvenes de los suburbios», siendo esta última característica la que predomina en el diseño mexicano.

A pesar de estas trabas –en gran medida de índole económica– cada vez son más los diseñadores mexicanos que se preocupan por impulsar la compra y creación del diseño mexicano, ya que existe una gran variedad y creatividad que brinda a estas prendas un sello único, mismo que en muchas ocasiones posee elementos que caracterizan a las tradiciones y costumbres mexicanas pero con un diseño moderno y funcional que se vuelva más accesible, económicamente hablando, para un sector más amplio de la población.

Un ejemplo de esto es el colectivo creativo Amaranto, organizado por la diseñadora textil y de modas Adriana Quinto quien, junto a otros cuatro diseñadores gráficos, ha ido creando esta marca, misma que tiene como concepto principal la creación a mano de distintos sombreros de palma con listones de seda, joyería elaborada con los hilos de seda, piedras naturales y plata. También crean y venden cajas pintadas, y encuadernan libretas y agendas, todo a mano. En general, cada producto tarda de uno a siete días en realizarse por los detalles que llevan.

Isabel Cruz, una de las diseñadoras gráficas, explica que el colectivo ha intentando darse a conocer en varios bazares de diferentes estados, como el pasado 2 de junio en la Plaza América del Centro Histórico de la ciudad de México, en donde asegura que existe una competencia compuesta por muchas propuestas innovadoras y con mucha calidad.

 

Difusión del diseño mexicano independiente

Como ya se ha mencionado, uno de los proyectos que se ha podido extender con éxito es Bazar Fusión, creado en el año 2003 por la diseñadora argentina Carolina Kopeloff quien, inspirada en las ferias del diseño argentino, tomó la iniciativa de comenzar lo mismo pero en la ciudad de México. El proyecto tenía el propósito de vender los productos directamente con el cliente sin intermediarios; al principio sólo eran 10 diseñadores, pero con el paso de los años se han reunido hasta 80 artistas, artesanos y diseñadores, quienes hacen de este tianguis un lugar en donde se puede encontrar arte y diseño independiente hecho en México.

El bazar ya celebró su edición número 53 y ha recorrido diferentes espacios en la ciudad de México como Coyoacán, Centro, Condesa, Roma y Polanco, lugares que se han distinguido por ser el aparador del diseño mexicano desde que éste comenzó a desarrollarse en mayor medida.

Dentro de las otras propuestas de bazares y mercados se halla Tráfico Bazar, el cual no ha establecido fechas exactas para celebrarse pero se ha llevado a cabo en la Plaza Río de Janeiro, ubicado en la colonia Roma, y el Parque México, en la colonia Condesa, y que de la misma forma tiene como propósito dar a conocer las creaciones y diseños mexicanos sin intermediarios, permitiendo un trato directo entre diseñadores y público.

De igual manera el Corredor Cultura Condesa-Roma, que acaba de celebrar su octava edición, se ha establecido como un espacio en el que, ya sea caminando o en bicicleta –por su concepto de ser amigable con el medio ambiente– se recorran las galerías y tiendas ubicadas en dichas colonias con la ayuda de un mapa, el cual sirve de guía para transitar por las tranquilas y relajantes calles en donde se puede descubrir y apoyar a los diseñadores que se han instalado en esta zona.

Otro proyecto importante que ha comenzado a llamar la atención es el de los bazares organizados por los Diseñadores Independientes Mexicanos (DIM) quienes, de la misma manera, han ido buscando espacios públicos en donde la gente pueda acercarse de una forma más fácil a las propuestas e innovaciones que ofrecen estos diseñadores, los cuales son previamente seleccionados dependiendo de la calidad y costo de su trabajo, así como por la innovación y garantía –principalmente– de que sean productos hechos en México.

Tras la mesa decorada que sirve de base para las filas de botellas de cristal que anuncian en su etiqueta Mexcal Artesanal, Lorena Martínez, una de las organizadoras de DIM, afirma que al principio no fue fácil dar a conocer sus productos debido a las estafas que ella y otros tres diseñadores sufrieron al confiar en otro grupo de personas que les aseguraron su participación en un bazar que se llevaría a cabo en parque México, zona en donde Lorena alega se vende mucho. «Depositabas lo que era tu lugar y cuando era el día de la junta o del bazar ya no llegaba nadie», explicó que ésta fue la razón por la cual este grupo de diseñadores decidió organizarse en una sociedad que sirviera de apoyo para otras personas que estuvieran interesadas en dar a conocer su trabajo.

Refiriéndose a la selección de los expositores, explica que a los diseñadores que se encuentran interesados en formar parte de este proyecto se les pide que manden la fotografía de sus productos para verificar la calidad, la innovación y que sean de manufactura y materia prima mexicana (requisito indispensable). Dependiendo del crecimiento, difusión y apoyo que vaya obteniendo, el bazar se irá modificando para poder aceptar a personas extranjeras ya que, asegura, «sí hay muchos compañeros que vienen de otros países pero que laboran aquí sus productos».

Al cuestionarle sobre los lugares en los que este bazar se llevará a cabo en el futuro  explica que durante el 2012 el Pasaje América les ha brindado el apoyo y por eso mismo espera que sigan teniendo la permanencia. «Ya tenemos un contrato de que por el resto del año se va a seguir haciendo aquí, planeándolo hacer cada mes rotando a los expositores para que no sea siempre lo mismo», concluye Lorena.

 

Apoyo externo, limitante en la difusión de la creatividad mexicana

Los árboles y la fuente vigilada por un hombre desnudo son los testigos de cómo el Pabellón de Diseño Mexicano brinda la oportunidad de encontrar objetos y ropa original en el histórico y emblemático camellón de la avenida Álvaro Obregón, en la colonia Roma, donde 18 marcas mexicanas ofrecen cada fin de semana de 10 a 17 horas diseño independiente y moda nacional.

Este proyecto, aparte de la difusión propia que hacen al mostrar objetos de deseo tan originales, son impulsados por Tonta Moda, que se define como una «plataforma de apoyo y representación para los diseñadores nuevos. Una conexión con los medios de comunicación, espacios de diseño, bazares y puntos de distribución». Miguel Ángel Roldán, estudiante y editor en jefe de la revista electrónica de diseño mexicano Verde Abstracción, comenta en un reportaje titulado «Tonta Moda», que pertenece a la misma revista, que en dicha plataforma todos los diseñadores tienen menos de 25 años y «se encuentran llenos de nuevas propuestas para mostrar al mundo».

El contexto en el que el diseño mexicano se ha desarrollado es de crecimiento y mayor interés por parte de un público –en su mayoría joven– que busca encontrar identidad en las nuevas ideas que los artistas presentan a través de estas propuestas en la ciudad de México. Estos bazares y mercados, la mayoría de la veces, son patrocinados por los mismos diseñadores, quienes encuentran espacios en casas de cultura, casas-habitación propias, o bien en las calles.

En varias ocasiones, por lo mismo de la falta de difusión o el precio de los productos, no es absolutamente accesible a todo el público, los bazares se vuelven muy locales en donde las personas que acuden son amigos o familiares de los diseñadores, elemento que le quita dinamismo a las ventas independientes.

Lorena, la organizadora de DIM, menciona que, a pesar de que sí hay mucha creatividad y talento, no se tiene ni se busca el apoyo necesario; esto aunado a que en muchas ocasiones no registran la marca o diversos problemas que proyectos como éste buscan disminuir al establecerse como plataforma para que las personas interesadas tengan la oportunidad de vender sus productos.

Los diseñadores tienen las ideas, y en ocasiones las facilidades económicas, pero resulta difícil su desarrollo en un país que no tiene un interés tan primordial en lo que se relaciona a la moda, como menciona Mónica, ya que el sector que se ha fijado en este ámbito es el de los jóvenes pertenecientes a la clase media-alta y alta, debido a que es una actividad que, después de la creatividad, necesita dinero para poder llevarse a cabo, ya que, después de todo, como dice Carlos Zúñiga, fundador de la plataforma Tonta Moda, «la moda es negocio, no sólo diseño».

 

 

[*] Una primera versión de este texto fue publicada por la Agencia Estudiantil de Noticias Universitarias de la UNAM el 23 de agosto de 2012. Dicha versión puede ser consultada aquí.

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Mitzi Alejandra Vargas Ruiz (Estado de México, 1992). Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Interesada en el periodismo interpretativo, el cine y la publicidad. Contacto: ale_mitzi@hotmail.com y vía Twitter: @mitlve10.

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