Wednesday, 15th August 2012

La belleza del mundo escondido

Publicado el 11. dic, 2011 por en Ciencias

Un simple grano de arena encierra información sobre todo un mundo de seres minúsculos, revela historias y explica cómo en esas diminutas interacciones que han llevado al granito de arena a tomar esta o aquella forma, éste o aquel color, se edifica toda una costa. Así, un paisaje tan normalizado como es la playa puede transformarse, tras el lente microscópico del fotógrafo Gary Greenberg, en un museo de belleza natural.

 

Sofía Flores

Todos hemos ido a la playa, pero con seguridad son pocos los que se han puesto a ver con detenimiento los granos de arena. Sin embargo, por más que lo hagamos, son tan diminutos que es casi imposible lograr verlos con precisión sin ayuda de algún artefacto. ¿Qué pasa cuando debajo de una lupa o microscopio buscamos belleza en lo más diminuto? El Dr. Gary Greenberg, investigador de ciencias biomédicas del University College de Londres, lo hizo.

Greenberg, originalmente fotógrafo, comenzó a dedicarse a tomar imágenes de objetos microscópicos comunes, como los granos de arena de la playa y de Marte, flores y comida. Desde el 2001, este investigador se ha encargado de analizar los granos de arena que encontramos en la playa para dilucidar la belleza que esconden.

Cuando vemos sus fotografías de los granos de arena de playa, podemos notar la gran diversidad de formas, tamaños y colores, pero, sobre todo, la belleza que la naturaleza da a cada una de sus obras, y de la que es posible aprender muchas cosas.

Los granos son rocas y minerales disgregados que tienen un tamaño de 0.063 a 2 mm.; en conjunto, forman la arena del mar. Las composiciones de las playas varían, pues dependen de la roca y de las condiciones ambientales locales; sin embargo, su mayor constituyente es sílice en forma de cuarzo. Los granos de arena nos pueden dar información sobre las condiciones ambientales locales, el cambio de éstas a lo largo del tiempo y el tipo de vida de la región y sus características específicas.

Imagen 1. Acomodo de los granos de arena de la playa de Maui, Hawái.Es posible observar la gran variedad de formas, tamaños y colores; es incluso posible creer que estas estructuras han sido hogar de microorganismos

 

Las rocas pequeñas no son el único constituyente de la arena de mar. Algunos organismos microscópicos producen testas, o «esqueletos», y tecas, o «conchas», que son de naturaleza orgánica o mineral y se consolidan como resultado de una segregación o agregación de partículas disueltas en el mar. Los responsables de estas estructuras son los foraminíferos, los radiolarios, equinodermos (como los erizos de mar) e incluso las amibas.

Los foraminíferos y radiolarios son protistas, formas de vida unicelular. Mientras los foraminíferos construyen «conchas», los radiolarios construyen «esqueletos», ambos de carbonato de calcio. Estas estructuras, resultado de la actividad metabólica de los organismos que las habitan, tienen cámaras únicas o múltiples que permiten su resguardo. Al morir, sólo queda la estructura, que por su peso se irá hacia el fondo marino, teniendo dos destinos posibles: integrarse al sustrato sobre el cual los arrecifes de coral se formarán, siendo aprovechados sus minerales constitutivos por las formaciones coralinas, o seguir las corrientes marinas hasta llegar a las playas.

 

Imagen 2. Granos de arena en forma de estrella resultantes de la actividad biológica de los foraminíferos

 

En conjunto, en la playa podemos encontrar desde rocas pequeñas hasta estructuras que un día fueron hogar de organismos unicelulares. Por tal motivo, los granos de arena representan un libro abierto sobre la historia de los organismos del mar y sus minerales. En el caso de la roca, nos permiten conocer los minerales más abundantes de la zona, cómo es que éstos se organizan, el tipo de erosión que ocurre en la región, así como el tiempo geológico al que pertenecen. En el caso de las estructuras resultantes de actividad biológica, nos permiten conocer la variedad de formas de vida, su actividad, su lugar en el ecosistema marino y su historia evolutiva. Cada grano de arena representa una pequeña historia; incluso es posible que alguno de ellos venga de alguna región lejana del planeta.

Es por esto que la belleza de los pequeños granos de arena no se reduce a sus formas y colores, al acomodo de las cámaras o los diversos tamaños que pueden llegar a alcanzar, sino que también en ella se incluye la historia que cada uno de los granos lleva a cuestas. Si tomamos en cuenta que un grano de arena puede decirnos de qué organismo se originó, qué función tuvo éste en el mar, los minerales con los que formó su estructura y su relación evolutiva con otros organismos, imaginemos entonces cuántas historias tenemos en una playa y cuánta información podemos obtener de ella.

Si la película Microcosmos: el Universo oculto (Pérennou, M. & Nuridsany, C., 1996) nos enseñó que hay mil historias debajo de nuestros pies, en el hábitat de los insectos, con ayuda de las fotografías del doctor Greenberg, nos podemos acercar a un territorio al que todos hemos tenido acceso y que de ninguna manera está alejado de nuestra realidad. La belleza está en la naturaleza y va desde una galaxia hasta un pequeño grano de arena. Teniendo acceso a este tipo de información, nos hacemos conscientes de las historias y de la diversidad de formas de vida, que, en conjunto, son la definición de belleza.

Imagen 3. Panorama de una selección de granos

Más información y galería de fotografías en http://sandgrains.com

 

 

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Sofía Flores (Ciudad de México, 1990) estudia biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Fan de los organismos genéticamente modificados, y si son fluorescentes, qué mejor. Los datos curiosos están muy lejos de ser chismes, pero los dos son leídos sin discriminación. Decidida a que el mundo sería diferente si todos los seres humanos fueran biólogos, y sí, nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución. ¡Ah! y la paz mundial.

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